el humo de la coca carcomía pulmones,
en la casa del armadillo, la cena estaba lista,
un techo de lámina sin lujos,
los sillones desvencijados y las bachas en su sitio,
no sé que año era,
eran tiempos violentos,
segregados de sangre en la nariz,
las latas de activo se propagaban como cucarachas,
ese día comí un sandwich de atún en todo el día,
días eternos noches de insomnio,
solo tenía catorce años
y me comí al mundo,
el mundo era el barrio,
la frontera delimitada por las vías del tren,
más allá del monte no había nada,
la garganta cerrada y la alucinación de ver desdoblarse el tiempo,
las hormigas corroían la litera,
ser la sangre de la herida de mi madre,
ser y no ser con un ausente padre,
que me hizo falta,
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cruces por vicente,
que murió,
nunca supe de cuantas balas,
solo supe que en el pecho,
los toros y los lobos,
empujar hombros,
romperse la madre por estupideces necias,
ese día solo por quedarle bien al zapatero,
robé sueños ya quebrados.
eran otros tiempos hoy me digo,
eran otros,
hoy que es distinto y que no podría volver a ser igual,
eran solo juegos de niños,
y fui como un lobo entre corderos,
era experto en saltar muros,
ebrio como bola de billar,
no sé bien cómo subí a la antena,
o si atenea me bendijo en esa guerra,
me confío siempre en que mi espíritu avance
y mi dolorosa locura
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eramos estrellas y poetas,
los pantalones anchos eran marca,
retamos a la vida por solo gramos,
que se deshacían como humo,
como la esperanza en la familia,
rota,
que nunca se compuso.
hoy que no me duermo en el río,
que Morfeo no me cuída
y mi primer insomnio veintisiete horas a los trece,
años lúgubres de muchas muertes
y tu suerte un caminar casi inteligente.
esa noche llegué en coma al hospital
casi dieciocho años y cincuenta pastillas encima,
no morí,
pero algo se quedó en la camilla,
y ese doloroso despertar de veintisiete de diciembre.
subí a ese tren de carga, muchos no pudieron,
en elcerro de la gallina y con Ermilo,
hay varios de mis toreros muertos enterrados,
como cuchillos pa' la lluvia
desconozco de todos su paradero,
el calva era muy joven,
tequila almendrado,
alcohol de noventa y seis adornado con miel y ceniza,
pa quitar la sensación de eriza,
pa quitar la sensación de culpa,
no había más que adormecer a la conciencia,
una semana después de tirar a mi padre de un golpe,
mis primos me rompieron la nariz,
mi barrio me dejó solo,
decidí caminar,
solo.
muchos años de un propio abandono le siguieron,
ajonjolí de todos moles,
pero en mis ausentes hermanos de habitar el limbo,
no hallé el amor de hermano que buscaba,
sexo asqueroso y doloroso,
ella solo dijo
"quiero tu pene"
y dejé de ser santo a los catorce,
sueños rotos maravilla,
que murió el amor siendo semilla
y aquí estoy buscando letras dulces,
que me digan que me quieren,
que confiesen que puedo ser amado,
y no un terrible monstruo dañado.
fuí delgado como nardo,
nunca me quebré,
un día me tiraron de un solo golpe,
era carnaval en xalapa y era necio,
renací del suelo y lo hice mierda,
"viene con sus hijas me gritaron"
lo caze como solo lo hace un tigre
y así pues marqué lso augurios de violencia,
en el metro también hice mierda a otro imbécil,
por patearme y decirme pinches vagos
entre esas penas-alegrías,
de saberme suicida,
siempre me dije:
moriré a los veinticinco,
a veces me arrepiento de no cumplir esa promesa,
hoy soy muy distinto,
el desorden en lóbulo frontotemporal izquierdo
es casi sano,
sé que soy humano
aunque navego con bandera de pendejo,
hay un valor complejo que aprendí en las calles,
las vías interminables,
como amantes que no se toca,
podía andar sobré un riel forjando un porro,
con mis mangas largas
pantalones nuevos
y de andar siempre tumbado,
fui animal de selva y monte,
de calle sin pavimentar
supe correr supe golpear
y más de un golpe me arrepiento,
de presionar para volver adictos,
que vendían sus cosas para vender mota,
supe salir a tiempo,
supe muchas cosas,
y todavía sueño con recuerdos que no pasan,
y cesan
las letras en un hoy que espero eterno,
me salve de un confesarme inútil.