lunes, 28 de septiembre de 2020

erizo de amor



siéntate,
te enseño dónde se me pudrió la piel,
siéntate,
te invito a ver mis gajos muertos,

si he recibido el amor como condena,
en sus arranques trascendentales,
ráfagas de besos,
y un inconmesurable espasmo de cariño,
también lo he recibido dual,
en dosis adictas del que reniega estar erizo de amor,
y yo ya así no,
no quiero

Quizá golpeaste la cama,
y nada se rompió.

Quizá mi padre no tiró el plato de la mesa,
o golpeó un muro,
o ese espaghetti de mi madre no voló,
con la precisión olímpica 
de un lanzador de bala,
Quizá,
no me dolieron los brazos, 
y con ella solo me hice una tortuga,
mental,
tan elocuente.

Algo ya estaba roto te digo,
por eso nada se rompió en la cama,
siéntate a ver mis gajos,
que humedezco de mandarina.

y es que estaba roto antes de ti,
cuando me siguieron en la calle,
gritando, "eres igual que tu padre",
quizá se rompió antes de eso.


quizá están de más los ejemplos,
quizá está de más decir
"ésta es mi mano"
o que me duelen los moretones del alma,
porqué nada se rompió en la cama,
solo regresé a un lugar común de desquebrajada soledad,
porque la memoria del cuerpo tiene la ruda suavidad del tacto
 cuando se ama,
y la  mente tiene la áspera rudeza de porqué busca el olvido.







viernes, 18 de septiembre de 2020

tus dientes

 



tus labios cuna de tormentas,
tus dientes de maíz,
con la raíz fuerte,
grande,
tu garganta es la casa del clima,
y podría recorrerte más,
pero solo te escribiré desde donde empecé a amarte.

me dices,
que te enseñaron a ocultar los dientes,
a no reír fuerte,
que te dijeron que eso era ser señorita.

y me enseñas,
que se ensañan,
con ese gran término en el que cabe,
perfectamente todo lo que no eres,
porque eres más,
que términos e ideas,
porque eres más,
que la casilla estrecha dónde tratan de lapidarte,
para cosificarte, darte el rol de musa o de puta,
pero no,
tu no,
tu eres más que eso,
eres la raíz en todos tus dientes,
pero, me dices que no te gusta tu risa,
a mi que se me hacen la más pura rebeldía,
y que nací enamorado a lo insurrecto.

me transgrede 
no saber,
como decirte,
que me enamoré de ti cuando te vi los dientes.

y me dices,
 que te obligaron a reír a medias,
y yo que estoy jodidamente prendado a tus labios,
de verles completos,
y no puedo decirte que invento chistes malos,
para verlos,
ahí,
y enamorarme más.


y que caminas avergonzada, 
por existir condicionada,
en ésta patria de idiotas,
me dices que no te gusta tu vientre,
y que tu rostro no te representa,
que te ocultas de verte,
a ti misma,
en tu única belleza,
en tu belleza,
en tu naturalidad insurrecta de reír,
y yo aquí, 
no paro de contemplar a ésta patria de idiotas
y sin poder sonreír.




martes, 1 de septiembre de 2020

sobre canto se escribe

 


la muerte es una tregua,
es un camino derramado,
una rama de  otro árbol,
 la metáfora perfecta,
el borde del círculo,
la contradicción,
la conclusión,
el inicio en otro inicio,
la muerte innombrable,
la palabra no dicha,
el silencio acumulado en cada ruido,
es la pausa,
el movimiento,
es el plano más allá del plano,
es lo que se escribe,
lo que se describe,
no es memoria al ser presente,
por no sentirte ausente,
no es solo la lágrima constante,
el adeudo,
es lo magnífico,
es la ironía perfecta,
es el regalo descarado de la vida,
un premio inmerecido,
del amor inmarcesible.


pero también la muerte es otra cosa,
es la guerra eterna de la dualidad,
que atenta a no decir memoria,
 gritar inmortalidad,
no todos merecemos la muerte,
hay que parir el llanto,
hay que lubricar los ojos del alma,
sentir un poco,
mantenerse en paz,
roncar el alba,
la muerte no es la ausencia agónica del egocentrismo lúdico,
del omnipresente lúcido de ser,
de estar aquí o en todos lados,
la muerte no es la paz para todos,
es el hueco impar del azoro azar de mantenernos vivos,
amando.

la muerte me ronda desde crío,
y si soy niño río que ríe en la quebrada del rocío del  tiempo,
la muerte ronda mi cama,
solo me queda verla dormir 
arroparla un rato,
porque quizá sé más de la muerte que la vida,
que hoy me asesto a confortar mi canto.





 me enamoré del río y de la calma, del sudor fresco que destilan mis albañiles, del café, de la fruta, de mis hijos. me enamoré de éstas roc...