jueves, 2 de junio de 2022

ignición...



son tiempos raros,
de grandes elocuencias,
de infinitas incongruencias,
semánticas. 

y a veces me pregunto,
de entre todas las rectitudes y curvaturas,
 si tiene sentido mantener líneas románticas,
por mucho tiempo me decidí a acallar mi pluma,
a dejar cada frase en el aire,
para nombrar un viento de palabras,
que se fugan como el gas de las hornillas,
y es que no es fácil ver la belleza de la botella en el mar,
en lugar de dejarse engatuzar, por las olas.

me calmé con la impasividad de un corcho,
a observar el naufragio de altamar,
de contramarea.

pero es difícil no pensar,
que la mayor incongruencia,
en realidad es buscar callar en la tormenta,
querer claudicar.

la gran incongruencia de la inocencia semántica,
es no dejar el palpitar al corazón,
apretar el vientre y decir no tengo miedo,
cuando uno se caga de miedo,
y no hay poeta que entienda,
o que no entienda lo que pasa,
porque pesa,
esa ausencia de futuro en el presente,
de no verme poniendo mi beso en tu hombro en la mañana,
mientras preparas café.

son tiempos raros qué te digo,
de sanar heridas,
de querer posar la vida en la alacena para hacer el desayuno,
con la promesa de futuro,
con el espacio presente en que se construye
la sonrisa.

vamos a reivindicar el insomnio,
ven te abrazo las ojeras,
que me compartes por preocuparte,
hagamos pactos de creatividad,
de abrazo que a brasas lentas y certeras nos alimentan el fuego,
que se cuezan lentas las caricias mientras se despierta el café,
es un llamado a futuro,
en ésta caricia de distante presente,
que nos presente el regalo del tiempo,
que nos acompaña,
que nos arropa,
que nos aletra,
que nos alerta,
y nos aterra,
pero también nos atrae,
al dialogar de las manos,
y remansos de fantasmas,
que nos dicen adónde no ir,
pero nos invita a soñar,
del sanar 
para donde si ir.

me invitas al sueño,
mutuo,
mientras conjugamos insomnios,
tus ojos son la ignición del relámpago,
que en su ternura,
iluminan perfectas las noches.







 me enamoré del río y de la calma, del sudor fresco que destilan mis albañiles, del café, de la fruta, de mis hijos. me enamoré de éstas roc...