sábado, 18 de noviembre de 2023

re cortex

 corte


hacer del miedo una escalera.

Pessoa


he caminado la mayoría de mi vida sin cuestionarme los motivos para andar, aunque cada día se hacen más claros, pero a veces siento que pierdo la voluntad.

Mis días las  últimas semanas se han hecho de rutinas nuevas, que no terminan de acomodarse, vino kai, se fue pronto, y a veces pronto es muy tarde para decir que con poco basta para aceptar que por hoy, es así.  Vino la peste, vino la plaga, secó la llaga y dejó un olor a pollos muertos, ya eran más de treinta, pero un virus llegó a hacer de lo que fue mis despertares indistintos por el cacaraquear de gallinas, un cementerio de silencios y es curioso, me costó asimilar cada mañana en que quería ir a gritarles a los gallos antes del alba en venganza, me dejaron tanto silencio. bastante y jodidamente irónico. tuve un viaje a Oaxaca, el más raro de mis viajes, y bien me di cuenta que las certezas con las que me he hecho el último periodo me impidieron disfrutarlo, porque en realidad no fue distinto a los demás viajes, siempre en el margen de error, a una pizca de salir raspado de por vida, y ahora que es distinto, simplemente no me habitué. Moshan que acaba de mudarse, nuevamente y más definitivamente, adoptó a un francés, no era mal tipo, solo un poco irrinante, Azucena me ha ayudado con Mila, quien ya se habituó bien a la casa, la misma que debo dejar, después de habitarla casi dos años, en menos de un mes. mi madre está sana y eso por hoy me importa, más que nunca. retomé el ejercicio y empecé a ir a un gimnasio, me gusta ver gente en medio del esfuerzo y Raúl me ha llevado a reconocerme, en terapia han habido avances para mantenerme estable, pero aún hay días aciagos en los qué ahora que retomo la soledad me cuesta volver a adaptarme a ella. con Balam han habido muchos logros importantes, que son las trivialidades como siempre donde he sentido que radican las cosas importantes. así que van los días, de pasar por él en las mañanas para asistir a su clase de ciclismo, aún veo cómo destesta a lmundo los primeros minutos despúes de despertar, pero hemos comulgado el silencio, mutuo acompasado de camino a su clase con rock, mucho rock. desde tool, mettallica, marylin manson mötley Crüe etc. 

había estado pensando de forma profunda, dar una asertiva cátedra sobre lo que es tener miedo, porque si bien a Balam no le cuesta subir, bajar aún le atemoriza, yo aprendí a ser un kamikaze, porque resultó que entre mis amigos todos lo éramos, y en mi retorcida idea de lo que es ser un hombre tenía muy idealizada la búsqueda de la ausencia del miedo, cuando lo real es que siempre tuve pavor a la vida, y por eso siempre busqué la muerte, ese navegar se hizo costumbre, pero hoy, entiendo que no es un camino fácil el de buscar que el temor no limite a las experiencias, aunque si mantiene a salvo y guarda para mentenerse en otros buenos momentos. lo cierto es que Balam me ha enseñado más y cada día más sobre la entrega y me cuestiono cómo mostrarle lo que a mi me ha costado en dolores el hacerme tolerante a la frustración, porque si bien ésta sabotea, también puede ser gran maestra. he comulgado con éstos árboles, y éstas frutas, con los erizos y las rosas, los colibríes, la jamaica, con la ausencia de las gallinas y los gallos, y ahora, tengo tres patos. he encontrado a algunos amigos en el camino, de regreso a la vida. y resulta que estoy contento, en unos días haremos el primer viaje en carretera sobre las bicicletas, y el proyecto de recorrer medio país sigue en pie, así que debo ajustar la latitud de mi sonrisa, la horizontalidad de mis ojos, la carencia de enojos, y dedicarme. extraño a Kai, 

la vida sigue siendo bella, pero me falta sal, azúcar, tiempo al tiempo, paciencia, constancia, resiliencia.

cosa rara pensar que quiero forjar un ser independiente fomentando su criterio y su carácter para ser autónomo, y mientras se aleja en su bicicleta, solo quiero sostener eternamente su mano de tres años dormida sobre mi mano. 

diciembre  casi.


 la vida es ese relámpago fantasma que tratamos de ver cuando ya hemos cerrado los ojos, se va rápido.

a veces me quito el reloj, para no ver la medida del tiempo.

soy una hoja que cae a la que atraviesa el viento.

 me enamoré del río y de la calma, del sudor fresco que destilan mis albañiles, del café, de la fruta, de mis hijos. me enamoré de éstas roc...