la muerte es una tregua,
es un camino derramado,
una rama de otro árbol,
la metáfora perfecta,
el borde del círculo,
la contradicción,
la conclusión,
el inicio en otro inicio,
la muerte innombrable,
la palabra no dicha,
el silencio acumulado en cada ruido,
es la pausa,
el movimiento,
es el plano más allá del plano,
es lo que se escribe,
lo que se describe,
no es memoria al ser presente,
por no sentirte ausente,
no es solo la lágrima constante,
el adeudo,
es lo magnífico,
es la ironía perfecta,
es el regalo descarado de la vida,
un premio inmerecido,
del amor inmarcesible.
pero también la muerte es otra cosa,
es la guerra eterna de la dualidad,
que atenta a no decir memoria,
gritar inmortalidad,
no todos merecemos la muerte,
hay que parir el llanto,
hay que lubricar los ojos del alma,
sentir un poco,
mantenerse en paz,
roncar el alba,
la muerte no es la ausencia agónica del egocentrismo lúdico,
del omnipresente lúcido de ser,
de estar aquí o en todos lados,
la muerte no es la paz para todos,
es el hueco impar del azoro azar de mantenernos vivos,
amando.
la muerte me ronda desde crío,
y si soy niño río que ríe en la quebrada del rocío del tiempo,
la muerte ronda mi cama,
solo me queda verla dormir
arroparla un rato,
porque quizá sé más de la muerte que la vida,
que hoy me asesto a confortar mi canto.
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