Los días transcurren ágiles,
Sagaces, libres,
Sin libreto ni apuntador,
Los días corren viento,
Con un temple contento avanzo sobre las calles desnudas,
Las manos de hueso del pasado tocan en armónico silencio,
Los murmullos de ciudad son solfeos
Tibia adicción durmiente,
Que espera morder manzanas,
Pero no hoy.
Tengo la mente clara,
Los parpados oscuros,
Para saber la cualidad de las cosas,
Se debe tener contraste en lo vivido,
Yo no sé si sé de contraste,
Que lo juzguen otros,
Que me juzgue el sol, las estrellas, el viento,
Ésta vida y ésta muerte a la que pertenezco.
Hoy que tengo la mente clara y volatil,
Que las nubes grises dictan cuando hay que volver a casa,
Tengo un temor exorbitante de ser lento,
De perder el momento,
Justo,
Idoneo,
De acercar con tu cuello mis manos,
De rozar tus labios terciopelo,
El mundo cambia y yo cambio,
La vida mira y yo sigo,
Esperando saberte,
Para explotar alegrías,
Sentir en el vientre, esa pirotecnia que ilumina el abismo.
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