jueves, 22 de noviembre de 2018

Troya



ahora entiendo un poco más sobre viajar ligero,
perdí mi brújula en el viento,
 a poco he aligerado las maletas.

siempre me sentí extranjero,
en un sitio que todos presumen una patria,
un lugar común,
una memoria diaria,
de una rutina rancia,
de la cual asumir seguridad,
 estatus,
 lujos,
te da la posición de vencedor,
pero solo tengo mis mochilas
y me siento vencido,
porque aspiro,
aquello a lo que no deseo.


he ido deshaciendo las maletas,
un boleto de autobus aquí,
una libreta perdida allá,
un poco de mi corazón en el piso,
mi hígado en las letras,
mis ojos en el ordenador,
mis pertenencias son tan pocas que tienen mi aroma,
y decidí hacerme en mi estructura con algunas cajas,
que si bien siguen siendo limites y limitantes,
algunas contienen ropa,
otras van con un par de ideas,
y promesas,
dispersas y mezcladas,

cajas:
fronteras que segregan los recuerdos tirados entre la ceniza.


la historia 
y las historias
 las escriben quienes ganan,
pero los muros los rayan los que pierden,
y aquí,
 perdido,
estoy dispuesto a rayar mis muros,
 para dejar un poco de memoria

de troya queda el nombre,
pero ningún poeta,
troya perdió la guerra,
y se hizo la leyenda que es desde la mirada de los otros.

y aquí,
perdido,
con un par de maletas tratando de escribir historias
la necesarias y faltantes,
las que está fuera del límite,
las de los despatriados sin poeta.


y estoy sobrio y ciego,
guiando mis pasos con los sonidos que escucho en éste laberinto.


he deshecho las maletas,
cada vez con más desgana,
descubrí,
 que necesito poco más de lo que cargo,
y poseo un poco más de lo que necesito,
e incluso en ésta incertidumbre,
me he hecho ya de algunas costumbres,
y muchas magras certezas,
costumbres,
respetar el espacio,
entender al otro,
ceder en pactos
apropiarse un poco,
y no hacer más hoyos en los muros que los necesarios,
un par de fotografías colgadas,
con cinta,
para que mi presencia deje pocas huellas,
y mi ausencia no se note.


cuando la historia se escribe desde aquél que gana,
y uno no está más que perdido,
resonar como un eco es ganancia.

porque resulta que no tengo más que mis maletas,
son mi patria,
en una mundo donde lo que importa son los lujos,
cierto estatus,
la calma,
y la tranquilidad que otorgan las certezas,
porque mis muebles son cajas,
 que delimitan,
y cuando me vaya se irán a cualquier parte,
no tengo cedro,
no tengo nada.

soy un hombre,
de los que no escriben la historia,
todo pierdo
y me pierdo porque no tengo posesiones,
y tampoco me gusta poseer.

y llevo más de lo que necesito,
y se hablará quizá de los expatriados,
y diré que yo soy Troya,
y ojalá de mi no hablé ningún poeta.


miércoles, 17 de octubre de 2018

más común que el odio



"hemos decidido declararle la guerra a un enemigo común",
pero no sabíamos que teníamos en común,
así que creamos algo,
al principio le llamaron pobreza,
y los ignaros mal entendieron,
y mataron a los pobres,
los ejecutaron.

antes,
cuando en barcos llegaron,
el enemigo común era el bárbaro,
aquél que no hablaba de el dios unigénito,
y su lenguaje.
y casi exterminan,
a los que no fueron adoctrinados.

no sé de cronología,
pero,
un enemigo común,
le llaman.


quizá era un musulmán,
o un cristiano,
un terrorista 
o un inconforme,
poco importa a éstas alturas,
aquél que es distinto
y reclama su derecho a ser distinto,
a ser respetado y ser amado,
siempre es el enemigo.

les robaron el petroleo,
y cuando la cosa se les puso muy difícil 
les negaron la visa,
el derecho a trasladarse
los dejaron morir en barcos,
en altamar,
y ellos,
a los que amenazaban a la soberanía de la nación,
les llamaron inmigrantes,
y deportaron sus sueños,
sus cuerpos.

al otro
y la otra,
 le llamaron comunista,
anarquista,
feminista,
transgénero,
le llamaron pobre,
le llamaron de mil colores,
y le negaron el derecho,
cualquier derecho.




el otro,
el enemigo en común,
le llaman,
y repartieron armas y paranoia,
y destruyeron casas y expropiaron territorios,
y crearon dictaduras y patrimonios,
y asesinaron al estudiante y al mendigo,
a todos por igual.


y aquí estamos algunos,
matándonos 
y hablando de amor,
entre los más comunes enemigos,
que no pueden ver al enemigo más común.






las doce





siempre nos han dicho lo que debemos ser,
de lo que debemos aspirar a ser,
o tener,
un auto mejor,
un reloj para contar los segundos,
que se nos escapan al darle cuerda.


siempre,
una mejor escuela,
un mejor peinado,
un vino más caro.


nos han vendido la historia de que el prestigio
y el poder 
llenarán ese vacío del alma,
por ser,
"alguien"
en un sitio que no elegimos.

y nos inculcan valores,
que trabajar doce horas viendo el reloj marchito,
te hará alguien,
que ver menos al otro,
te da un sitio,
cómodo,
donde juzgar al mundo,
una pertenencia.

y entonces miras al negro,
al indígena,
al mendigo,
al niño de la calle,
al vagabundo,
con éste principio irreductible,
de que el que es productivo,
es alguien,
 y no ellos.


ese "alguien" no está,
con el migrante,
con el ambulante,
en la favela,
en la banqueta,

y el reloj marchito gira.

y seguirá alguien muriendo de hambre,
de sed.

valores les dicen
...
..
.

he retratado con un efímero valor las ciudades que habito
y he perdido sentido al hacerlo,
que me he cansado en convencer,
que un mundo mejor es posible,
y ahora,
solo el silencio que me permito,
es distinto.

y no soy muy distinto o muy igual,
sigo sentado en el ocaso de mi vida,
esperando modificar con palabras,
lo que las armas no han podido.

y han pasado guerras,
y seguirán llegando,
y han pisado botas
y seguirán pisando.

he perdido esa mínima esperanza fúnebre de lograr algo,
esa esperanza primavera,
ese silencio de largo,
que me cruza y abduce,
a pensamientos inertes.

estoy en una pausa,
una laguna
mental,
insostenible.

es probable que nada cambiará,
que el mundo no mejorará,
pero hay algo,
siempre hay algo,
que me sigue impulsando,
a darle mi cena,
al hombre que duerme bajo la lluvia,
y puntual está él,
en la estación del metro,
cada que llego a casa,
un poco antes de que el reloj marque las doce





domingo, 7 de octubre de 2018

ladridos




cómo decir de forma bella que me lleva la muerte,
que se me va la vida,
en cada bocanada,
cómo explicar el silencio de mosquito dueño en mis insomnios,
cómo explicar que el deseo,
se encuentra contrapuesto al sentido,
cómo hacer arder al mundo
y revivir de las cenizas.


cómo decir que no tengo rumbo
no tengo un punto fijo,
que mis pesadillas ya no son de muerte,
que mi silencio es el luto del futuro deseado,
cómo explicarte,
que expatriarte,
es siempre hacia ningún lugar.

siempre he sido un habitante pasajero,
del paraje de ningún lugar,
que he apreciado bordarle a al muerte unos besos,
que no me permito coquetearle en paz,
que mis puños van cansados,
que mis piernas se doblegan de ciudad,
y yo
solo,
en una cocina, con un cigarro y unas teclas,

cómo decir engalanado,
que me lleva la chingada,
que tengo toneladas de lecturas y reportes,
películas cargando y textos al azar,
por reportear.

y mis ojos se cansan,
y doy vuelta a la cobija que huele a soledad,
y no la nostalgia conocida,
ese hueco singular,
de pluralidad conservada,
de certeza demacrada,
un misil hacia la nada,
sin fuego en el abismo,
sin ganas de nadar,
entre esas nubes que se esfuman,
sin acierto,
sin lugar


éste insomnio de mosquito en mi mente,
ésta inmensa falta de ciudad.


ave viajera aletargada,
sonido de piano vertical.









sábado, 6 de octubre de 2018

105



he preparado la cena con el calor de un hermano,
que espera la llegada,
pródiga, 
del que vuelve a casa.

Si bien no soy un ejemplo de orden, 
ni de pulcritud,
me he especializado en hacer pastas,
 para hacer sentir a alguien en casa,
limpié un poco la cocina,
desde la que escribo,
ésta misma que hoy me ofreces.

nunca me había sentido cómodo haciendo labores,
y estoy aprendiendo que la belleza de un espacio limpio,
genera una armonía simple,
y la cocina se seca con olor a lavanda,
y te espera la cena.


anoche hubo una fiesta,
una amiga de un amigo nos ofendió,
brutalmente,
Arthur se ha vuelto parte fundamental de mis días,
desde el cuarto escuché que lo callaban,
por ser blanco en éste país de mestizos,
si bien he aprendido en éste clasismo vertical,
la discriminación se da inmerecida,
y si bien he aprendido un poco de la lealtad,
de pertenencia,
de escuchar lo que uno llama hogar,
hace mucho no me molestaba tanto,
lo único que me impidió tirarle los dientes es que era mujer,
y si,
puedes llamarme sexista.

la tipa nos ofendió,
en ésta casa que ha recibido a tantos,
de la que me siento parte.


en Oaxaca escuché decir:
"cada casa es un acuerdo"
y nunca había sentido ésto,
si solidaridad,
si hospitalidad,
si generosidad,
pero la comunalidad,
de cuidar tu espacio,
de cuidar a tus compañeros,
de ser un exiliado de todos lados,
y hallar por hoy éste lugar,
que llamo hogar.


me gustaría darte más que letras,
con el agradecimiento de recibirnos,
y hacernos parte,
no excluirnos,
de ti.


he aprendido mucho en ésta noche,
que se puede mediar y lograr,
apreciar,
que no somos solo compañeros de un espacio,
somos el espacio.







miércoles, 26 de septiembre de 2018

Digna humanidad





¿qué te hace ser inmune al dolor?
al olor,
de la naftalina
o de muertos apilados en bolsas negras,
no solo nos arrebataron la vida,
también el derecho a la muerte digna,
a ser llorados,
recordados,
o enterrados en un sitio para habitar la eternidad,
el primer resquicio de lo humano,
acoplarnos bajo tierra,
con ofrendas para el camino,
se ha esfumado.

pero ya no,
acá nos han arrebatado ese resquicio,
los pozolearon,
dicen
los cocinaron,
dicen,
les rompieron la traquea,
les cortaron la lengua,
dime si no es tan fuerte la palabra,
para dejarnos mudos en después mundos.

y después de muertos,
nos sigue tocando enfrentarnos,
a la burocracia,
archivados,
en fotografías rojas de periódicos que escurren sangre,
condenados,
a los archiveros fríos de oficinistas,
grises que no les interesa más el dolor,
que de ver pasar el segundero.

es irónico,
algunos esperando la vuelta a casa de quien aman,
otros con sus trajes sastre esperando que llegue la tarde,
para ir a casa,
hay asesinos de la justicia por gatillos propios,
hay asesinos de la justicia por omisión inocua
y acá,
apilados en bolsas negras,
esperando a que el barquero decida que tenías nombre 
una familia que te busca.
acá,
justicia y burocracia son dos cosas distintas


¿porqué desapareces con la noche vacía mujer?,
¿porque solo aparece sangre en las calles?




hemos visto un desfile de asesinos en los noticiarios,
y
una pila de banqueros,
una pila de dinero,
qué dicen que es lo que cuesta tu vida.



mi sangre,
por que jalar el gatillo y mirar a otro lado,
son partes distintas de un mismo crímen.


¿qué te hace ser candidato a un asesinato?
a ser desaparecido
qué te hace ser candidato a lo impune,
a lo inmune que tienen los asesinos de la justicia,
a que tu crímen quede archivado, 
entre los periódicos,
entre los archivos burocráticos,
qué te hace no llegar a casa.




nos han tratado como basura,
la basura que no cabe más,
en las ciudades,
nos han envuelto en una bolsa  negra,
y olvidado a plena luz


no solo nos han robado la vida,
nos han robado el derecho a la muerte,
 digna
a ser llorados,
a ser enterrados,
a ser procesados en el amor de una madre,
a ser amados y tener un lugar,
de reposo,
de descanso, 
infinito,
no solo nos han robado la vida,
nos han robado 
esa digna humanidad.








jueves, 13 de septiembre de 2018

random toughts





entre las distópicas posibilidades que existen en mi mente, siempre está una que me asalta, que llegue un apocalipsis zombie. son microficciones que me voy planteando de vez en cuando, esa y que venga un terremoto, la cual he evitado, éstas son las más recurrentes... en ambos casos me planteo siempre qué haría en el momento en que zombie fuera corriendo hacia mi y en ésta ciudad con 20 millones de habitantes creo, sería el lugar menos idóneo para pensar ésta fantasía. siempre queda la posibilidad surreal de agarrarse a pierrotazos, siempre , pero en realidad es una fuga a la realidad éste tipo de asaltos a mi mente.

lo pienso en el metro, qué haría si el vendedor gordo de chicharrones corriera ensangrentado hacia mi y se ha transformado recientemente más a una fuga de la sensación que acecha, la otra que no es tan ficción, la de un terremoto.

escribo desde un cuarto de azotea, en el que me he replanteado todos mis infortunios a través del humor negro que me caracteriza, "bueno, si ésta madre cae, seré de los primeros en ser rescatado" me impongo. he descubierto en el humor negro un punto de fuga a los eventos traumáticos que me han ocurrido, como saber que en Veracruz, hay una baja taza de suicidios, y lo he pensado con humor, pues si, allá luchamos por que no nos maten, que chingaos vamos a andar pensando en suicidarnos.

y deambulo entre la ironía y el sarcasmo para no tomarme tan enserio, mis pensamientos se inundan entre querer que el jefe de gobierno se pudra en una cloaca, la misma en la que metí el pie, con mi mala fortuna repetitiva, de siempre meter el pie derecho, mientras el izquierdo, intacto, sequesito, versa su buena fortuna con un cálido aroma a vainilla, mofandose de la mala fortuna que en mi ser condena a la derecha, ironía extra de mi pensamiento discorde a la política actual, pues ultimamente las izquierdas siempre andan metiendo el pie derecho a la cloaca, seguro para cerrar el círculo de la ironía, terminaré con mi pie, el íntegro y seco, con una luxación de tercer grado, no lo deseo, pero sería la cereza perfecta para mi suerte.




miércoles, 12 de septiembre de 2018

de ser




vengo de la noche,
y del viento,
de la falda de los cerros,
de mi madre vientre,
y de mi padre,
que ha sido mi maestro en su mejor ausencia.


de la infancia de mi hermano,
de un par de libros ilustrados,
sobre civilizaciones que murieron,
y de dioses olvidados,
de cuadernos incompletos,
del cuento de un niño caballero,
que le temía siempre a su sombra.

de los ojos tristes de un niño furibundo,
de las soñar con recuerdos,
de cosas que no habían sucedido,
del chocolate de mi abuela,
de jugar a los soldados,
de la burla del amor,
entre una tormenta y terremotos.

vengo del segundo vientre en soledad,
y el socorro intenso y pata coja,
vengo del árbol roto que es familia,
para ser el reflejo
del espejo.

vine fuerte,
con la sonrisa soberbia que aún me sale,
de una primaria emblemática,
de lo que fue un barrio marginado.

vengo,
de una ciudad,
poética,
romántica.

de recorrer las calles con los pies de lodo,
de montar siempre en bicicleta,
vengo de Morfeo y de Alba,
del jaguar del mar 
y del arrollo.

vengo de ser el que le cantaba canciones a la luna,
que a veces caminaba sobre el borde tercer piso,
que mantenía sobre rieles equilibrio,
de imágenes, 
perfectas,
de los muertos.

vengo de 55 pastillas en mi vientre,
de una congestión alcohólica,
de un pazón de coca,
vengo de ser el rey de mala copa,
y de forjar como un mago bajo la manga,
del arte de desaparición,
de aplicarla ser fantasma,
de caminar todo el día,
de romper los tenis de la zuela,


de subirme a un tren, 
de gritarle al dios vigente a cien metros sobre antena,
vengo de unas cuantas canciones,
de Silvio,
y de Makiza,
de jugar escondidillas con la muerte.

de los genes que contienen las historia en mis ancestros,
de los que nunca sabré sus nombres,
vengo de irapuato, de donde nació mi abuela,
de españa dicen que era el bisabuelo,
no conozco los nombres ni sus rostros,
de mi famila tengo pocas fotos.

de mi primera novia,
mi vecina,
que murió,
aún me veo saltando hacia su barda,
mientras sonaba cumbia y reggaton de alguna fiesta.
vengo recordando lo que debo,
lo que puedo,
para sentir que tengo un sitio,
que no soy el nómada frustrado.


vengo recogiendo lo que soy
y de donde vengo,
de la cordillera del viento,
de la meseta del tiempo,

vengo de la niebla en las mañanas,
de la lluvia por las tardes,
de un cielo limpio por las noches,
vengo sin saber bien ya desde dónde,
porque los mapas que llevo en la nuca,
las memorias del cuerpo,
y  las marcas que llevo en la piel,
de la muerte en la espalda,
que te mira fijo y me ha cuidado,


vengo tratando de decirme lo que soy,
para no dejar de ser mis mil historias,
de la intensidad del mar,
de la tormenta de arena,
vengo tratando de decirme lo que soy,
porque estoy perdido,
porque pienso mucho.

porque soy palabra,
porque soy memoria,
¿porqué?










lunes, 10 de septiembre de 2018

Yo - el otro- el espejo

Yo – el otro- el espejo

¿Qué sucede cuando en el espejo miras algo que no quieres ver?
Soy la palabra que engloba mi nombre, pero me conforman cientos de rostros, fragmentos, vivencias. Para poder resolver éste trabajo me he cuestionado quién soy, y no he llegado a la certeza lúgubre de descifrarme al contrario me ha llevado a cuestionarme más, cada día más. Soy casilla estrechas, soy padre, fotógrafo, intento de poeta, soy hijo, hermano, pareja. Soy lo que me conforma y mis historias ñ, mis relaciones con el mundo, soy lo que me toca y lo poco que puedo hacer trascender con lo que hago, soy mi visión que me obliga a ver al otro y verlo tal cual mis prejuicios dictan. ¿Pero todo eso soy? ¿En qué realidad soy eso? Sería fácil ibtuír quien soy a partir de intuir en el otro mi papel,  pero lo más complicado es decirme a mi quién soy para mi, si mi mera existencia me hace consciente y por tanto soy, buscándome en la filosofía de descartes llegué a un animatrix  en el que sólo puedo ser yo bajo la siguiente premisa “ sé que existo  porque tengo consciencia de mi mismo de lo demás no estoy seguro” entonces porqué definirme, reconstruirme ¿deconstruirme? Para qué condicionar me bajo normas externas que definen mi realidad. Para qué adaptarme con base en el otro, que igual se constituye de prejuicios y está inscrito en una realidad propia, en una sociedad que se rige por reglas que ejercen el poder sobre otros? En u poema de Jesús lizano en el que habla sobre las personas rectas y las personas curvas, comenta que sobre su discrepancia a la rectitud. La metralla es recta, las reglas son rectas, pero la palabra es curva y los cultos curvos,  en otro habla sobre la relación de lo que representa ser adulto, en su “defensa de la inocencia” versa que uno se convierte en adulto cuando oprime. Y prefiero no ser un adulto, prefiero ese estado puro de la anarquía que para él representa ser un niño. Entonces, ¿quién soy? ¿Quién el otro?, ¿qué o quién el espejo? Sigo sin saber, cada día más me pregunto y cada momento me reconstruyo en esas preguntas que no sé contestar.

lunes, 3 de septiembre de 2018

gusanos




El horizonte dejó salir otra vez la luz matutina a sus gusanos de metal, la estampida de búfalos, los acantilados esas oficinas secas con luces toda la noche, leones de corbata, esperando a ejercer la pizca de poder que les fue negada, relojes caros, imitación de piel.

Hombres con ojos de llanto y pachecos, muchos pachecos, caras de angustia, empujones,  sardinas, pingüinos de frack, lobos de arrabal, y cansancio en todos lados, el sueño, el único sitio en que somos iguales, el sueño, placer democrático que se arropa en cartones o recargado sobre un pasamanos, sobre su cuello o cayendo al vecino compañero de asiento, codazo a quemarropa, el gusano que nos engulle a todos, frena.  Cinco minutos en espera, “me lleva la chingada dice uno” complicidad con esa frase,cartera adelante, audífonos apagados, quítese la mochila que estorba, póngala enfrente y evite molestar,en una ciudad de pasajeros es difícil recordar, mantener la pose, ciudad sin igual, tres sonrisas  antes de llegar bajar del metro, dos amantes contra la puerta, el sonido intermitente, entrecortado risas ausentes,  tururu próxima estación... cansancio, señora con chicles, de a dos cajas por diez, audífonos chinos, adaptadores para celular, burbujas de plástico que se pegan en las solapas, un hombre se cuela a la fila, una sancadilla y empujón, se cae su esquite, pero entiende que el precio de ser gandalla es la intolerancia a la arrogancia. 

Y llega la noche, y regreso a casa, un hombre con playera de cuero sin camisa, golpes por todos lados, se sienta junto a una señora con su traje de atención a cliente de Sears o cualquier otro, la señora expresa en sus ojos, un “lo que me faltaba” lo ignora, él se acerca a mi, y yo solo puedo tomarle fotos, como reflejo, de lo que siempre puedo ser, el gusano me escupe, y llego a casa.

martes, 21 de agosto de 2018

Otredad



he deambulado por las calles de la ciudad con una suerte de fantasma, que se suma a la horda inanimada, inexpresiva. lo digo así, porque tengo una especie de nostalgia prematura por  mi ciudad, por querer ver a mi compañera y su vientre curvo, contenedor continente de mi hija, quien me hace replantearme el mundo desde las limitantes que tendrá por ser mujer.

pensándolo a profundidad siempre me sentí como extranjero, estoy aprendiendo en una clase a ser parte de la otredad y entenderla. y tiene un preámbulo, ser el privilegiado en el barrio, que si bien no ostento más riqueza que mis experiencias, la vida me ha dado la fortuna de tener una madre trabajadora y amorosa, a veces rayando en lo obsesivo, cosa que he adquirido con mi trabajo.

Ganarme mi lugar en mis círculos cercanos, no fue un camino sencillo,  darme el cerrón, no rajarme y tirar putazos imberbes pero certeros que me ganaron mi lugar de paria, no fue fácil, suelo tener muchos miedos.

ser el mocoso de barrio que conoció a Benedetti en una tarjeta de 14 de febrero que nunca di y que conservé mucho tiempo. en la secundaría tuve una fascinación con Taibo II y su belascoarán, si bien no leí en ese periodo lo que en un país primermundista se esperaría, si más que el promedio de mis compañeros, que defintivamente tenían otras prioridades.

 tarde entendí sobre el hambre y terminé de comprenderlo mucho después de ello, podía ver a mis compañeros que no tenían más espectativa del mundo (y que aún admiro) que rayaban muros, que bailaban break, que marcaban territorio, podía verlos violentos y tímidos con su llanto, tan real como la madriza que le metió su mamá a uno por adoptar a un perro, al que abandonó su padre, a la timidez de una compañera violada, a la que murió su padre y en clase de física fue notificada, a las tantas historias que no quisiera omitir en mi mente y entendí también algo sobre el dolor y como te hermana, fui parte importante de mi secundaria. una vez tomamos la escuela para que un grupo de segundo año fuera cambiado de una ratonera sin ventanas, a un salón más digno y casi me agarro a golpes con el director.

extranjero te digo, con privilegios, mi piel vainilla me ha dado un punto medio en mi relación al clasismo en que me desarrollé, entre el indio, el feto, bogart, curro, entre muchos apodos despectivos que son el pan del día del país, tuve la fortuna de ser Eka, siempre Eka.

otredad, en la secundaria fui el hijo de la maestra que más de una vez se calló el abuso, que más de una vez solapó, el que no tira la sopa, el que aguanta vara y no fue gratis, siempre he creído en la lealtad a la amistad, con el tiempo, a la lealtad a una amistad por el tiempo que dure.

en mi primer primer semestre de preparatoria, en la que fui con honores derrotado academicamente, con seis materias reprobadas, y un seis en inglés, después haber salido de la secundaria con un promedio mayor a nueve. nunca me adapté a esa prepa y tampoco a las siguientes, ni el aliciente del alcohol ni, mi desfase de haber entrado en la primaria un año antes de lo estipulado.

Encajar, ¿porqué chingados tuve esa necesidad jodida de ser parte? de no sentirme solo, fragmentado, ajeno, no lo sé, podría decir frases domingueras  "El hombre es social por naturaleza", fui perdiendo capacidades a través de mi adicción que adquirí también con 32 faltas en matemáticas de mi primer primer semestre a los 14 años, y si lo digo mi primera experiencia con la mota fue a los 13 años, no me gustó.

así y asa  en la universidad entre los compañeros al que le gustaba el hip-hop banquetero, y no lo indie mainstream, el que usaba los pantalones anchos a media nalga, mucho es de mi propio imaginario, me acogieron y me protegieron y les tengo una infinita gratitud. tenía el desfase emocional de sentirme ajeno, tenía un par de meses de haber empezado a estudiar foto, unas semanas de haber salido de mi primer internamiento.

en el anexo igual fui discriminado, como en mis inicios en el barrio, sobajado, pendejeado, el siempreteequivocas, el que no sabe vivir, y agradezco eso, me hicieron fuerte muy a su jodida manera me forjaron y sé que la foto de calle que ahora realizo es por ese dolor que hermana, desde el más vanguardista pintor de brocha gorda, al vendedor de pollo que ama a su esposa con la gratitud de salvadora, hasta el godín armani, déspota y culero que no sabe manejar emocionalmente una ruptura amorosa en sábado por la noche. vi morir a muchos de mis compañeros, suicidios dolorosos, descuartizados embolsados, halcones kamikaze, los más dulces borrachos de banqueta que murieron solos de frío en una recaída. el dolor hermana y también segrega, si he de añadir, con ellos aprendí mucho de antiética, del antihéroe de doble moral. y les agradezco, desde los que no creyeron en mi, hasta los que poco a poco lo fueron haciendo, me separé de ellos, al verlos uno a uno ir cayendo de nuevo, a diez años sobrio me han enseñado más mis muertos que los ejemplos vivos de sobriedad.

ajeno, te digo.


 la ciudad ha sido benévola conmigo, mucho, y trato de habituarme a las dinámicas cotidianas, el empujón, el ensardinamiento, el individualismo, sigo maravillado de cada persona, del cantante del vagón, del vendedor de barbacoa, de los hombres que aprovechan los vagones solitarios para poder amarse en público, adaptarme, para si no ser admitido, si pasar desapercibido.


Otredad te digo, en mi grupo somos ocho mujeres y yo, ser invisibilizado, al referirse a nosotras me ha dado una perspectiva privilegiada, porqué sé que sigo siendo privilegiado, y no logro sentir una opinión sobre la inclusividad. desfase, nunca había visto tantos Güeros juntos, no había vivido la exclusión desde éste punto y si bien sé que a éstas alturas los juicios no me joden tanto como mis propios prejuicios, sigo sin entender éste proceso.

en casa, la que hoy llamo casa, vivo con un Belga y un Cubano, que me hermanan y enseñan de su vida con su forma de comportarse en el mundo. que me hermanan, en la digna nostalgia de no estar en el lugar que me vio nacer, aunque yo esté a cuatro horas y media del vientre que llamo hogar.





kay




hemos decidido llamarte kaylani
y empezamos a buscar las opciones de tu cuna,
soy tu padre
y me nombraron como el viento,
y te traigo la brisa matinal de los veranos.

te ando construyendo un ropa con palabras,
para que llegues con una amorosa vestimenta,
calientita y cómoda,
te regalo lo que soy,
te regalo lo que doy.

he tenido éste amor contenido,
a la vida y sus amaneceres,
renacer-es pensarte cada noche.


has llegado a cuestionarme sobre el mundo,
y ni siquiera me he prendado a tus deditos,
solo sé que llegas de hacerle el amor a la vida
y tu madre ya nos construyó un hogar.

quiero jugar a imaginar un mundo nuevo,
cargarte y dormirte entre mis brazos,
vienes a complementar lo ya casi perfecto,
y me das la oportunidad de despedirme,
de esos futuros que no necesité.

martes, 14 de agosto de 2018

tercer día




He despertado por quinta vez, el sol de mañana da su calor matinal, va incinerando la humedad nocturna dando paso al olor matinal de la ciudad, casi imperceptible. desorientado, similar al moneto en que despues en la siesta vespertina te despierta el silencio y la oscuridad.

he tenido pesadillas, cinco de ellas. "Enfoca un punto" ha sido mi mantra para combatir el miedo de estar en un loop de sueños. apoyo mis manos sobre las rodillas, en mis hombros siento el ardor de éste sol. el respaldo del sofá cama rojo al que he decidido no desdoblar me cubre las primeras horas de la luz, he preferido no desdoblar el sillón, irónico, solía amar la poética de una cama para mi, ahora, tengo un vacío en el insmonio y los sueños, en los despertares.

Ésta ciudad me ha recibido espléndida, encuentros mágicos, recorridos que me siguen maravillando. he disfrutado el subir a un autobús que hace ver a los jugadores de grand theft auto ser proclives amateurs, magos que hace volar mesas entre barranca del muerto y el rosario con admirable equilibrio, amantes en bicicleta, vendedores de cine de arte en el Metro, chicles, lámparas, burbujas que vienen y van con el viento de la boca de un niño, señores molestos por esas mismas plásticas burbujas que les ensucian las solapas, un ticket para bellas artes, obsequio de un desconocido, amantes que se besan, de todos colores, géneros.

 personas como un muro de la muerte en un slam, que en esa sincronía perfecta no se tocan. un quítate pendejo por aquí al que no pone enfrente su mochila en el vagón, la sonrisa de una señora cuyo pelo me recuerda al de mi abuela, agradeciendo el asiento. ganas de mear, infinitas ganas de mear, frío, hambre, barras de a 3 x10, hombres que no te vienen a robar, te vienen a pedir amablemente una moneda. caras ausentes, en las noches, maquillaje en las mañanas, puestos de todo, tacos de canasta. te digo, la ciudad me ha recibido de forma magnífica, cuida tu cartera aquí y no saques tu celular allá.

no entiendo, te lo juro que no entiendo, debe ser el embarazo, o la sensación de estar (al fin) logrando algo, la fortuna me sonríe por hoy y uno que está habituado al pesimismo patológico, al optimismo lúgubre y determinante, a la felicidad como una trampa, te lo juro que no entiendo éstas incesantes ganas de llorar.

Y es hora, de encaminarme al metro y aprender.






arrullos





tu sonrisa es la hermosa curvatura del mundo,
hice pactos kamikaze,
abrazos seductores a la muerte,
he caído y he rodado, 
ahora solo sé 
que me has enseñado a hacer acuerdos
y que al leerme
me lees,
en braile y en mi espalda.


pude seguir siendo el enigma,
el crucigrama que pierde sentido al descifrarse,
pero te quedaste
y le hemos hecho el amor a la vida,
me hiciste a un lado la muerte,
me quitaste el polvo con impasividad tormenta,
y me abrazas
y abrasas.

hoy me das el valor desde el vientre,
el mar y su viento te habitan 
y me regalas la oportunidad 
de ver 
cada día como un renacer.


huiste medio país,
para saber que te sigo
y podría recorrer más de un océano, 
levitando,
porque si bien sé caer,
sé volar,
y con un soplido eres el motor del viento.


y sé
que la curvatura del mundo, 
tu sonrisa y tus manos,
me recibirán,
radiantes de primavera,
repeliendo el insomnio,
devolviendo la vida.


hay un fragmento de mundo que nos separa,
y lo he visto maravillado,
pero ni las reglas rectas,
ni los escritorios fúnebres,
ni las oficinas cuadradas,
ni las calles,
crean una distancia imprudente para no soñarte.


he viajado con tu cabello en mis manos,
como un escapulario que teje atrapa sueños,
no he podido dormir bien,
recorriendo y dibujando tu boca.

eres diosa eres musa,
eres agua,
eres sexo 
vida, cuerpo, viento, 
arrollo que arrulla,
que por hoy me lleva dentro.
eres amor desde que abres la boca,
y no entendía lo mucho que te espero.

pero hoy,
que espero verte, 
y espero la noche para poder marcarte,
 todo tiene sentido.







domingo, 12 de agosto de 2018

Arrive



la ciudad de México, gran carga de nombre para una ciudad, puedo admirarla desde la ventana de un quinto piso, un consultorio dental, departamentos, casas. el humo sale de mi nariz y nunca había visto tan maravillado un fragmento de mundo.

fui aceptado como becario en un programa en la Ibero, sigo dudoso de si podré con tal paquete, pero es algo que quiero lograr, tengo una mezcla de orgullo y miedo, la ciudad de México, una ventana que me deja ver en la noche de domingo al monstruo a los ojos y los esquivo, solo le veo la boca, maravillado te digo, como el cervatillo que ve fascinado a su predador.

he estado viajando durante varias semanas, xalapa, playa del carmen, acayucan, xalapa, CDMX, xalapa, CDMX al fin, para concretar mi estadía entre viajes y sillones, camas nuevas y asientos de autobús.

He estado en prensa itinerantemente desde hace años ahora tengo la oportunidad de profesionalizar mi labor, y sigo dudosos de si es el camino que quiero. en Xalapa,  Veracruz, en el mundo en general es una labor bastante riesgosa si lo asumes con cierta ética, o antiética si es el caso, pareciese que lo normal es rentar la pluma y los ojos, debo admitirlo a ésta altura quinto piso, que he hallado buenos amigos, los mejores, uno de ellos quien me hospedará éstos meses.

ver a tus amigos morir no es algo que se pueda describir facilmente, y me sigo cuestionando porqué es el camino que me llama, el riesgo en si es un predador al que ves fascinado, pero no es por lo que lo hago, ¿Ego? sé que he llegado a un nivel fotográfico que me satisface, pero no termina de llenarme el no concretar los proyectos.

el primer recuerdo que tengo de ésta ciudad es la entrada al metro supongo San Lázaro, aún no abrían las puertas, con mi madre y hermano llegamos de madrugada, supongo dormí todo el viaje. en ese entonces en Xalapa no había edificios o al menos no que yo recuerde, ninguno como los que me atraparon en ésta ciudad que se hace gris con el smog.

un monstruo que no se apaga, como el escurridizo cigarro que me quema los dedos, que se fuma y esfuma, que termina acribillado en un cenicero.



miércoles, 25 de julio de 2018

Cali




ella juega,
pero no sabe que en el lapso,
entre el aire y el piso están la vida y la muerte.

Caliope, 
corre incesante,
ingenua del terror que causa,
juega,
y en el instante que brinca 
y cae
está englobada la eternidad,
y su inocente malicia.

en cada músculo y su historia,
su necesidad,
en cada greca en sus ojos,
en cada punto de su adn, 
en sus reflejos,
en su necesidad lúdica de cazar,
está la poesía perfecta que no podría decirse jamás.

tres millones de años avalan su perfecta belleza,
su inocente malicia,
su jugar a la vida abrazando la muerte,

como una niña.


podría ser en efecto un poema,
o la musa de las musas,
o podría ser que mi gata cazando un insecto,
bailando con el tiempo,
con el viento,
cruzando el fuego de mi cigarro,
en un aquelarre maldito
y bendito,
enseñándome lo simple de la vida






jueves, 19 de julio de 2018

vestimenta




me he descubierto desnudo,
desnudo de palabras,
en la casa que me siento a escribir éstas letras,
había un cartel que decía:
"las palabras son la vestimenta del alma"


nos hemos tejido palabras para ataviarnos,
a modo sastre,
a modo frack,
me he descubierto desnudo cada día,
tratando de vestirme en los inviernos solos.

en ésta casa,
enfrente de una hamaca y una bicicleta encadenada,
con hojas que parecen orejas de elefante,
que escuchan el clap clap, 
de las teclas.
mis dedos caen verticales,
sobre un teclado horizontal.

yo les dicto,
ellas obedecen.


quisiera que nos hiciéramos ropas mutuas,
que construyéramos lento.
sentados, 
tejiéramos nuestras nuestras palabras,
un parche aquí,
un remiendo acá,
un trozo de piel cubierta,
un asomo del corazón deshilachado,
un poco de vísceras en los argumentos,
pero siempre sentados,
formándonos.

he hecho una pausa para forjar un cigarro,
hay una escoba empolvada,
una silla con hojas de naranjo,
con los recuerdos en que acomodaba el patio,
recogía frutitas,
comía moras que reventaban como pitufos kamikaze.


he descubierto en mi necedad y tristezas la voz de un niño.








miércoles, 11 de julio de 2018

Bailar






¿porqué eres tan hermosa?
solo quiero un baile para dos,
donde la dislexia y arritmia
nos concedan esa tregua,
en la que los cuerpos,
deben tener la sincronía perfecta.

tengo ese recuerdo justo ahora,
bailamos
y por  un segundo el universo
gira alrededor.

todos los dioses nos miran complacidos.

¿cómo es que eres a medida?
hecha a mano,
delineada,
con el caos perfecto,
de las constelaciones.

podría ver el loop del universo,
podría decirle a las hilanderas
 del destino,
que me hagan inmortal,
solo por repetirlo,
podría soportar la agonía de la eternidad,
y su comienzo,
solo por verte de nuevo bailando.

ver tu rostro,
tus caderas,
ver tu pecho,
en la siniestra oscuridad
de un rizo eterno.














viernes, 6 de julio de 2018

Antes de dormir





pensé que ese día vendría, 
vestido de colores y fiesta,
creí en las flores como protesta
y fotografié marchas de estudiantes.


era 2012,
y lo admito, 
soñaba más,
tenía una firme esperanza,
de no perder la templanza,
ahora sé que esa palabra
al igual que justicia,
son más que letras fúnebres,
institucionales.


me corrieron de la jornada estatal,
y encaré a un policía,
en una marcha de los carmelitas,
y por ser un ciclista
y me decían anarquista,
mucho antes de serlo.



como todo fan,
era crédulo e ingenuo,
desafortunadamente,
 la vida me trató mal,
y se me fue quitando lo imbécil.


aunque eso se haya escribió antes


se dice que esa falsa sensación,
de tener el control
del futuro,
era el último mal arrebatado a pandora.


no sé cómo me he hecho más pragmático,
cada día más incrédulo,
supongo que fue cuando se institucionalizó la esperanza, 
que encontré la balanza,
dejé de creer,
pero no de gritar,
no de hacer,
de no saber,
que la sucesión de esos días victoriosos,
son uno a uno,
son paso a paso.


un día creí que llegaría ese día de victoria,
de colores y fiesta,
creía en salvadores,
en redentores históricos,
y te juro que quiero tragar mis palabras.

soñé,
con amaneceres fantasma,
que nadie claudicaría,
y me quedé solo,
por no callar cuando me tapaban la boca,
cuando no cerré los ojos entre el shock.

hubo fraude en ese 2012,
no es necesario decirlo,
y he fotografiado 
y he escrito,
y he hecho poemas a las balas,
y he abrazado a los que no debían morir,
hablé de sicarios y de secretarios,
y me acosaron,
me exiliaron en mi propio pueblo.


viví hambres,
pasé las duras y las maduras,
y la he librado por poco,
por el buen amor de los muchos,
que he fotografiado desde el alma
y seguiré luchando éstas luchas,
por visibilizar oprimidos,
porque creo firme y congruente,
que lo que vale la pena,
vale la vida,
que uno cree y no es por uno,
es por dos o tres,
cuatro, cinco o seis que se ama,
que mantenerse en pie ha sido mi victoria diara.


he visto llorar y caer,
claudicar,
traicionar,
pero no he dejado de creer,
que el horizonte se alcanza.


he visto morir y matar,
me redimí de un cobarde,,
y más de una vez,
 lo he sentido todo
por defender lo que creo,
por sentir en mis gritos,
por saber que mis puños,
no se pueden mantener pendulares,
aunque llegara la seca.

he dado palabras de aliento,
he creído en la gente,
a algunos que consideré mis amigos,
me fueron dando la espalda
y sigue valiendo la pena,
por dos o tres,
por cinco o seis.

no cerré los ojos cuando tenían salitre,
cuando mis lágrimas me cerraban el pecho.


hace poco me dijeron de extrema derecha,
por no creer,
en la esperanza,
institucionalizada.

por no creer en ésta democracia.

y sigo aquí,
hablando con mis muertos para que me den consejos,
y escribo porque un día voy a morir,
la vida asciende, 
y seguro nos trasciende,
ya lo dije después de leer al buen pessoa,
que somos solo un ciclo,
y se trata de quedar bien satisfechos,
porque no quiero padres nuestros,
ni rosarios en tus manos,
deja que me abracen tiernos los gusanos,
porque no lo sé,
pero quizá después de todo,
nos volvamos a reunir,
tomemos un café,
fumemos un cigarro.











jueves, 28 de junio de 2018

redención




¿cómo escribirle a la muerte?


es difícil poner un pie, escoger una bando, un lugar, mucho se habla de la valentía, poco de los cobardes, de esos que venderían a un ejercito entero y de los momentos tristes en que se elige serlo.

 A veces tras un paso no hay otro atrás, cuando te aferras a no caer al abismo después de encarrerarte hacia el, hay unos segundos de redención. en el aire, aunque haya agua abajo, aunque parezca inminente que no morirás, sabes que la salvación está en el abismo.

y te encarreras y llega el miedo, todos tus miedos, sabes que caerás, que no puedes evitarlo y  el pavor irreductible, irredimible que sientes cuando ves a la muerte de frente y sabes que no lo quieres  aún, pero si quieres ese instante, ese instante entre el puño y el celular del oreja de la ssp que está por caer. entre el decirle pendejo a cualquier pendejo y ver su cuchillo en la mano, sabes que la estas cagando pero no puedes desviar ya la fuerza, no lo harás.

saltas al abismo, sin saber si hay rocas abajo, si te alcanzará el aire y lo haces para demostrarte algo, que no eres el cobarde que has sido toda la vida, que puedes dejar de huir a la muerte, que eres distinto al día en que pudiste ayudar a vicente de ser brutalmente golpeado, cuando lo golpearon, morí un poco más que en el salto, morí de miedo "y una cosa es morirse de vergüenza y otra morir de miedo", es un reproche que no dejaré de hacerme vicente cayó al suelo y me quedé quieto.

ahora para demostrar que no eres el mismo que calló cuando culparon a otro de tu error, porque una cosa es temerle a la muerte y otra temerle a la vida, ahora que sabes no inculpar a otro y aguantar el baño en el anexo, entiendes que la existencia se hace pequeña en ese segundo de incertidumbre, en la que el rostro te cambia el pavor te cambia, y eliges saltar desde un puente de cemento al río o desde una plancha de cemento del que nadie más se atrevió, nueve, diez metros quizá y te pruebas caes, como kamikaze, caes y todos los puños pendulares, las veces que callaste, las veces que te dejaste vencer se redimen.

ya estaba en la quinta, un centro de rehabilitación a puertas abiertas, a pesar de ser tiempos bellos los recuerdo triste, porque sentía esa tristeza nostálgica de despedirme, de lo que sea que tenía que despedirme. Me costó despedirme mis amigos, de la lealtad que había con ellos, la complicidad la antiética formada, los códigos, las vestimentas. y es difícil escoger un bando.

en una leyenda, el dios más valeroso el más bello, debía saltar a la hoguera, sacrificarse para hacer la luz, el sol, pero ese instante en el que escuchas ese verdadero silencio en la pausa de el arrepentimiento y luego solo tu corazón. y no saltó, el dios paria el que no tenía nada que perder saltó sin dudar, o seguro que con la duda lo hace, cuando no tienes nada que perder existe un segundo de redención, de gloria en el salto, porque un enemigo sin nada que perder es el más peligroso.

"que importa la muerte si la muerte es la vida" y salté y no caí sobre rocas y me probé a la muerte y la he besé algunas veces más y los ríos matan, pero vives y pones un pie. "algunas veces pienso que no sientes miedo" me lo dijo Raúl un día, porque decidí ser un kamikaze un día, porque he sentido el silencio y el latir del pecho, porque no quiero morir, pero si espero mi redención.














 me enamoré del río y de la calma, del sudor fresco que destilan mis albañiles, del café, de la fruta, de mis hijos. me enamoré de éstas roc...