sábado, 6 de octubre de 2018

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he preparado la cena con el calor de un hermano,
que espera la llegada,
pródiga, 
del que vuelve a casa.

Si bien no soy un ejemplo de orden, 
ni de pulcritud,
me he especializado en hacer pastas,
 para hacer sentir a alguien en casa,
limpié un poco la cocina,
desde la que escribo,
ésta misma que hoy me ofreces.

nunca me había sentido cómodo haciendo labores,
y estoy aprendiendo que la belleza de un espacio limpio,
genera una armonía simple,
y la cocina se seca con olor a lavanda,
y te espera la cena.


anoche hubo una fiesta,
una amiga de un amigo nos ofendió,
brutalmente,
Arthur se ha vuelto parte fundamental de mis días,
desde el cuarto escuché que lo callaban,
por ser blanco en éste país de mestizos,
si bien he aprendido en éste clasismo vertical,
la discriminación se da inmerecida,
y si bien he aprendido un poco de la lealtad,
de pertenencia,
de escuchar lo que uno llama hogar,
hace mucho no me molestaba tanto,
lo único que me impidió tirarle los dientes es que era mujer,
y si,
puedes llamarme sexista.

la tipa nos ofendió,
en ésta casa que ha recibido a tantos,
de la que me siento parte.


en Oaxaca escuché decir:
"cada casa es un acuerdo"
y nunca había sentido ésto,
si solidaridad,
si hospitalidad,
si generosidad,
pero la comunalidad,
de cuidar tu espacio,
de cuidar a tus compañeros,
de ser un exiliado de todos lados,
y hallar por hoy éste lugar,
que llamo hogar.


me gustaría darte más que letras,
con el agradecimiento de recibirnos,
y hacernos parte,
no excluirnos,
de ti.


he aprendido mucho en ésta noche,
que se puede mediar y lograr,
apreciar,
que no somos solo compañeros de un espacio,
somos el espacio.







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