Si me había resistido a escribirle,
Señor ex secretario,
Fue para no decir su nombre,
Para que al invocarlo,
Usted y su guadaña no llegaran a mi mente.
Si me había decidido a expulsarlo de mis letras,
Fue para no decir que tengo miedo,
De Su sembradío de cuerpos,
Y Que habito todos los días en su legado,
Que me aterran su sicarios,
Que ya se llevaron las certezas,
Con algunas Amenazas,
Con el miedo de cercanos,
A mi cercanía con la muerte,
Ya se ha llevado muchos mundos,
Y esa insurrecta esperanza,
De que podría ser un buen mundito,
Uno mejor.
No solo se llevó a la gente que he querido,
En su gallarda,
Secretaría de seguridad,
Nos robó,
Todo.
Le contaré que su sicarios,
Se llevaron mis ganas de salir al parque,
De balancearme con mi estirpe en los columpios,
Le diré,
Que se llevaron mis noches en la calle,
Mis salidas con amigos,
Se llevaron mis ganas de tener amigos,
Tal vez cumplió bien su labor,
De despojarnos,
A todos,
Las ganas de amar al prójimo,
Es tan difícil ver morir y ver matar,
amar,
Con la inseguridad,
Aunque usted esté ahí encerrado,
sus informantes aún nos toman fotos,
Nos deja algunas tristes frases tan vulgares,
Y certezas,
Lúgubres,
De saber que cualquier segundo habrá otro rapto,
Por esos que mandó usted ex secretario,
A entrenarse para asesinar.
Si dejé de recordar mis sueños,
Fue para no recordar las pesadillas,
Se llevó de mi,
Más que esperanza
Y las ganas de vivir mejor.
Cumplió bien su labor de extirpar la esperanza,
En su podrida balanza,
Encarcelado,
Por hoy,
Señor ex secretario.