tengo las manos mudas de hace días, encuentros fantasmas en la búsqueda de no caer a rascar el fondo del dolor
Yo no soy feliz,
no lo deseo,
yo que me cansé de buscar,
y perseguirlo
y al tener esos instantes, sublimes,
entendí ese gran hueco,,
que queda después
que no se borra,
yo que he sido feliz, que perdí todo lo importante,
te puedo decir que no lo anhelo,
para arruinarlo después,
y reprocharme mañana,
por esta memoria que lacera,
que no se lleva al olvido,
y para siempre.
Yo que fui feliz,
de besar los hilos de plata de mi abuela,
de despertar huraño a la escuela,
de caminar niebla,
de apapachar con la vena del alma hasta la calma del alba,
de ver en la playa el amanecer,
de decir amigo, sentir la palabra en mi lengua,
acariciando un oído,
ahora que solo creo en pocas lealtades y eternidades,
en determinadas caducidades,
me siento en conforme de algunas certezas,
que la amistad es bella mientras dura,
y aunque existe el abandono,
que me debo a algunas sinceridades,
y otros plenos sarcasmos,
y pleonasmos arcaicos,
y los pocos romanticismos que aún me quedan.
creo que habito la nostalgia desde niño,
que ya traía en brazos la melancolía dormida,
me acosté los labios con belladona,
yo que no quise dejar mis puños pendulares,
y mis miedos diagonales,
para que chocaran con el piso,
me fui haciendo calmo,
de marasmo.
me conformé con la ambrosía,
y la caligrafía fina de una nota diciendo amor,
yo que me hice lobo,
me hice lodo,
con el loto de todos los cobos,
que en sus espirales me hicieron nacer.
Yo no supe decir amor sin creerlo,
sin crearlo,
nunca supe adorar un corazón sin romperlo,
yo que no supe hacer un límite,
un espacio,
yo que me enamoro,
con todo,
que me dejo el corazón en la boca,
que no supe escapar de mis fantasmas,
y del espacio incómodo en que no supe decir no,
ya basta.
y después escapé del sitio donde yo me puse,
yo no quiero ser feliz te digo,
no entiendo su permanencia,
yo que ya no escribo de amor para no invocarlo,
para esculcar en mis cajones,
las notas, las cartas, las fotos,
los otros,
mundos imposibles que se quedaron ahí,
intactos,
de carmín intacto,
de amor sin pactos,
de tanto amar sin tacto,
para que me volviera a decir el mundo "te lo dije"
quizá no merezco ser feliz,
quizá no.