jueves, 28 de abril de 2022

Santa María

 "mi madre tiene 91 años y su mente no es líneal, su tiempo es libre"


cada objeto que me rodea contiene una carga o un peso, algunos lo yuxtaponen con cierta levedad. ese peso es externo y ajeno a lo que representa para mi, el primer ejercicio en el taller de Elvira Santamaría, fue exponer un objeto que nos desagradara, pero que conservamos. cada participante del laboratorio mostró su objeto, y si bien cada uno fue distinto, había constantes en su origen o significado y en que contenía para el poseedor, una tensión simbólica. mi Objeto, entre la duda, fueron las aretes de oro que pertenecieron a mi Abuela. Tensión simbólica te digo, ¿Cómo alguien que ha fotografiado desde la resistencia antiminera lo que precisamente puede dejar de existir, a causa de ese oro a veces, usa esos aretes? Me han causado infecciones y me empecino en usarlos cuando nadie me ve.

 Tensión simbólica... Mi abuela murió de cáncer en la aguda carencia de éste sistema, que desecha, aquello que no produce, a aquellos que no le son útiles, que escupe a lo que no es utilitario, justo como éste sistema escupió a mi abuela, por vieja, por cancerosa, así ha escupido ese lado de mi que busca crear Arte por si mismo. Tensión, Simbólica, cómo despojarme de el único objeto de valor que poseía mi abuela y que terminó en mis manos. No, no me despojaré de esos aretes, pero a través del laboratorio entendí cómo identificar esa tensión y despojarla, entenderla, resignificarla.

Resiliencia, así, sin más el tema del laboratorio... Resiliencia y cómo los procesos creativos ayudan a forjarla, entenderla, estructurarla y reestructurarla, alimentarla y poder dotar no del poder ajeno que nos da la búsqueda de resistir para demostrar y exponernos como seres que resisten a los embates de la vida uno a uno, esperaba una fórmula, una metodología estructurada y no en la respuesta hallar, más preguntas, pero si hubo algo que entendí después de el taller, es que estoy demacrado desde la idea del goce, del disfrutar, y poder reivindicar la idea del placer es en si ya una forma de re-existir, más que de resistir.

En el tiempo de lo utilitario, en el camino que nos enseñan que todo debe tener sentido, orden, un plan, una meta, en ese discurso cuestioné en un principio la idea del performance, al sentirme inscrito en ese pensamiento, fue cuando redescubrí la rebeldía, esa, la necesaria para darle significado a todo objeto que estaba en el proceso de la pieza "macuilli" cinco veces cinco, hilos rojos, en el piso, que bien pudieron ser 25 de mis ancestros con sus destinos rotos y no los de Elvira, una mesa redonda, donde inició el mundo, un volcán de barro que se abre para contener agua y un sinfín de números, que van al infinito, en dos, tres, diez idiomas distintos, pegados por ese barro primigenio sobre una mesa redonda en una pared blanca de la facultad de danza, que atraviesa todos los números, que son cuenta en una línea, algunos desfasados, cúspides de muerte o quizá de vida, llegó un número y Elvira dice, en una sala con tres testigos "mi madre tiene 91 años y su mente no es líneal, su tiempo es libre" y todo, aunque no tenga sentido, tiene sentido.



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