me voy,
tanto como podría,
más de lo que querría.
pero si he de contar las maletas,
acomodar el equipaje,
me llevo más que mi cámara y mi bicicleta,
mis experiencias,
un par de mudas para el viaje,
me llevo a mis amigos,
me llevo mis fantasmas,
a todos ellos,
a los que les seguiré prendiendo luces
para que estén a gusto en casa.
he aprendido lo que soy
casi todo lo que soy,
de mi ciudad en llamas,
he visto a los habitantes pasajeros,
en el paradero de ningún lugar,
del sitio que he llamado hogar,
y no sé cómo como llamar,
a ésta pausa en carretera.
me despego del piso,
emprendo el vuelo,
cuelgo mis piernas del quicio,
recojo todo lo que recuerdo,
y por hoy,
soy.
y soy el duelo de ésta ciudad de niebla,
que me sabe nombrar en cada calle,
que me ha visto crecer,
que me ha visto jugar,
sangrar
amar.
me llevo,
en cada uno de mis amigos,
lo que me conforma,
en cada imagen de la calle,
que me transforma,
y sigo pensando que en ésta casa.
quisiera decir todos los nombres que me llevo,
de los encuentros fortuitos e imperecederos,
me gustaría llevarme mis costumbres,
a otro café, a otro librero,
pero construir un nuevo sitio para ser,
me hará tener, nuevas certezas,
de lo imperecedero