martes, 14 de noviembre de 2017

Moribundo







de tus manos de tierra surgieron las auroras,
poblaste de flores el musgo en mis ojos,
le diste vida a un hombre muerto
peor que muerto,
moribundo.

hay algo peor que habitar el sitio más parco de los sitios,
el más frío de los sitios glaciares,
si,
es estar moribundo,
ni muerto, ni vivo,
moribundo.


ese sitio, 
el no lugar donde sangras,
en donde las dagas te besan la espalda,
y la única certeza es ese cercano acto de magia,
el de desaparición,
esa certeza lúgubre que la vida está en otra parte,
no dónde habita el cuerpo,
no dónde la mente.



con la certeza triste, 
y anhelante de un poco más de vida,
o un poco de muerte
es preciso estar frente al precipicio
y sentir que el espacio entre el salto y el fondo,
es la vida.



de tus manos de tierra surgieron las auroras,
poblaste de flores el musgo de mis ojos,
le diste vida a un hombre muerto
peor que muerto,


llegaste con las manos pobladas de flores
y tu lengua de rubíes,
llegaste al tapanco mientras dormía,
tu te ibas a trabajar y a la escuela,
yo desempleado de la vida,
inútil,
inutilizable.


me diste vida y muerte,
es un gesto que se aprecia,
me armaste,
reconstruiste,
me despojaste,
y me arropas.


un día estaremos muertos
y nada de ésto tendrá importancia,
ni las historias
y no seremos ni el polvo del polvo,
quizá almas,
quizá versos,
o besos
en el aire,
que solo nosotros no dimos.

moribundo te digo,
con tus labios de arroyo,
me diste de beber.






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