me enceguece la edad
y pareciese que no hay patio dónde jugar,
me ensordece.
y lo importante ya no es necesario,
y lo necesario ya no es importante,
y se me quita el tacto,
el lúdico tacto,
impaciente pacto,
de infancia con la vida.
y me quedo con mi mundo
mi billetera,
mi sonrisa
mis fantasmas
intactos
y sin cantos,
se difumina la sonrisa infante.
y se van acumulando las cuentas
y los años
y las deudas,
los montos crecen,
y las cosas se acumulan.
mientras,
se van enmoheciendo los balones
las pistolas de dardos,
y hay más trabajo
y un lúdico abismo,
con papeles sobre folders,
y en el archivero de lo importante,
con polvo,
soldados sobre patos de hule,
dinosaurios.
no me hace gracia éste juego de adulto
y no tener más juguetes
que mi cámara y mi ordenador,
un trozo cuadrado de mundo,
que por más aristas,
en su interior es circular.
pensé que podría defenderme,
de la prisa de un adulto
y siento la frustración
limítrofe,
que cansa.
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