no pretendo renunciar a ver las nubes,
el paso sigiloso del jaguar,
no puedo renunciar a ver el ciento,
de aves relumbrar al viento,
no,
de aves relumbrar al viento,
no,
no pretendo.
no pretendo renunciar a alzar mis puños,
y dejar correr los gritos de mi boca,
ya no puedo mantenerme con los ojos rentados,
con los puños pendulares,
con los juicios diagonales,
que convergen en el piso.
y dejar correr los gritos de mi boca,
ya no puedo mantenerme con los ojos rentados,
con los puños pendulares,
con los juicios diagonales,
que convergen en el piso.
no,
ya no puedo.
no quiero ser augurio del silencio,
cómplice de la muerte asesina,
cómplice de la muerte asesina,
quiero ver a los niños jugando libres por la calle,
saber que la mayor anarquía es ser un niño,
y que nunca he dejado de serlo,
saber que la mayor anarquía es ser un niño,
y que nunca he dejado de serlo,
no,
no quiero ser cómplice de la muerte.
no puedo renunciar a la vida,
porque sigo creyendo que justicia es más que palabra,
y que la palabra miseria no abarca al sentido miseria,
porque sigo creyendo que justicia es más que palabra,
y que la palabra miseria no abarca al sentido miseria,
ni al sufrimiento que veo en la calle
que pasa sin ser advertida,
que pasa sin ser advertida,
no,
no quiero renunciar a la vida.
no voy a vender mis nubes,
renunciar a mis puños,
renunciar a mis puños,
augurar el silencio,
ni ser cómplice de la muerte
porque justicia es más que unas letras,
porque no puedo renunciar a la vida,
por eso extenderé mi renuncia a éste medio.
por eso extenderé mi renuncia a éste medio.