sábado, 25 de abril de 2020

intro



 no tengo el cobijo del sol
para alzar las manos y proteger mi rostro,
pero tanta oscuridad me deslumbra.


en el fondo, ese tal lucifer 
es el conocimiento que nos prohibimos,
distinto al que nos prohibieron,
aunque no distan mucho.



es tanta luz que no podemos habitar,
por eso las sombras nos seducen,
son más sencillas de habitar.


por éstas contradicciones trágicas nos hacemos estoicos
por eso, casi siempre aprovechamos las puertas abiertas para escapar del sol,
refrescarnos en la sombra del mar de las memorias,
y nos oprimen
 en un mar de hilos transparentes, 
que solo se ven a contraluz y de frente,
mirando al sol.

por eso es prefiero mandar la luz a la sombra,
porque no soy capaz de soportar el conocimiento,
sobre mi.

esperando




estoy en la azotea escribiendo,
esperando un grito tuyo,
que me haga refunfuñar,
indignarme por interrumpirme en mi descanso adulto,
más importante que el despertar del sueño infante,
pero no,
no has gritado.



van tres gritos que escucho
y salto por costumbre,
van tres cigarros que aviento a medias,
y arrastro la silla en que poso mis pies, 
pero no eres tu,
 te fuiste hace unas horas.

quiero pensar que ésta es una pausa necesaria,
que mi razonamiento me dicta,
que es importante tu ausencia,
por las presencias que generas.


pero quiero hacer lo que tu cuando protestas,
tirar las cosas de la mesa,
aventar un grito que nace del alma,
llorar imparable,
imbatible,
tocar mi frente al suelo,
con el dolor
absoluto,
que tiene todo dolor cuando niño.

quiero ser adulto,
y no ejercerle la protesta a la vida,
ni mandar todo a la mierda,
para ponerme a llorar.

me he portado 
estoico,
apenas y he llorado,
fui por elotes para mañana,
la comida de las gatas,
compré naranjas,
lo cierto es que todo vuelve a ser nada,
porque nada tiene sentido,
y escucho los truenos y sé que tienes miedo,
y escucho los truenos y trato de decir que yo no tengo miedo,
de sonreír como cuando te doy calma,
y resulta
 que solo sale una mueca
 y una lágrima chueca que ni bien se puede nombrar.









lunes, 20 de abril de 2020

en llamas



nunca me había sentido en un cuarto en llamas,
bajo la ausencia de un sol en ruinas,
nunca el universo se había hecho tan grande,
y jamás había sentido tan cerca tanta distancia.
pero,
me faltas.

y estoy aquí,
a las once de la noche escribiéndote amor,
como perro aullando que vengas.



te llevaste el aire,
y aquí que me falta todo,
un beso solo,
me ha hecho inexplicable el tiempo,
esa medida constante,
se ha vuelto insondable,
los días son
por costumbre tu ausencia.

abres mis poros poesía, 
y me sueño abriendo tus piernas,
bebiendo colibrí de tus flores,
haciendo primaveras,
soñando amaneceres,
inviernos.

me sueño en cada bocanada,
que en tu boca todo,
a veces respirar de magma,
y solo quiero ponerme a tus pies,
besarlos,
lamerte la cara,
como los perros lamen a sus amos.


nunca una ausencia tuvo tanto sentido,
rumbo,
dirección.
hice una línea del tiempo,
y me falta tiempo para explicarme a ti,
que ante mi eres la poesía perfecta.

porque a veces eres sirena 
a veces mar entero,
tormenta en calma,
ventana de aguacero,
a veces llueves sobre mi,
y yo,
soy todos los ríos que van al mar,
pero hoy solo quiero ser el perro que te lame la cara,
para despertarte de un cuarto en llamas












miércoles, 15 de abril de 2020

saturniña




sé que éstas son mis manos,
que te acarician al aire y te escriben rápido,
sé que son mis ojos,
que parpadean y están ahí,
en ti
conmigo,

sé que te escribo,
 lento,
tanto que las letras no llegan a mis manos,
no alcanzan mi garganta,
se quedan torpes en el aire,
mudas,
con la intención de amarte como un abrazo de mar,
como caricia de viento.

sé reír y sé llorar,
sé ser carne y amaranto,
sé besarte de luna,
de color,
de armonía,
hacerte estallar un poco.

desde la nostalgia que interrumpe el tiempo,
puedo hacerte el amor desde la letra,
invocarte palabra,
para que recojas agua de tu cuerpo en mi,
para hacerte llover                      
              como la lluvia tierna que me toca el rostro,
y me enciende el plexo,
y no hay silencio más absoluto que el tuyo,
y te veo aunque no te veo sin el abrazo de tus piernas en mi rostro,
te veo sin mi nombre,
te veo sin el tuyo,
te veo a cada paso y esquina,
imagino,
que el tiempo está en otra parte
y llegué tarde para estar contigo,
o llegué temprano
y no sé qué hacer con la espera.



déjame hacer de tus costillas mi carne,
en el ayuno de tu cuerpo,
solo puedo hacerte el amor con las letras,
mandar cartas en botellas al mar,
quiero ser tu despertar,
desde engel gardt,
te veo vestida de flores 
y yo me siento colibrí. 

 con el tiempo la vida no se vuelve de uno, uno se devuelve a la vida a dar un poco de lo que recibe, y en ese afán de gratitud, uno se hace...