sábado, 25 de abril de 2020

esperando




estoy en la azotea escribiendo,
esperando un grito tuyo,
que me haga refunfuñar,
indignarme por interrumpirme en mi descanso adulto,
más importante que el despertar del sueño infante,
pero no,
no has gritado.



van tres gritos que escucho
y salto por costumbre,
van tres cigarros que aviento a medias,
y arrastro la silla en que poso mis pies, 
pero no eres tu,
 te fuiste hace unas horas.

quiero pensar que ésta es una pausa necesaria,
que mi razonamiento me dicta,
que es importante tu ausencia,
por las presencias que generas.


pero quiero hacer lo que tu cuando protestas,
tirar las cosas de la mesa,
aventar un grito que nace del alma,
llorar imparable,
imbatible,
tocar mi frente al suelo,
con el dolor
absoluto,
que tiene todo dolor cuando niño.

quiero ser adulto,
y no ejercerle la protesta a la vida,
ni mandar todo a la mierda,
para ponerme a llorar.

me he portado 
estoico,
apenas y he llorado,
fui por elotes para mañana,
la comida de las gatas,
compré naranjas,
lo cierto es que todo vuelve a ser nada,
porque nada tiene sentido,
y escucho los truenos y sé que tienes miedo,
y escucho los truenos y trato de decir que yo no tengo miedo,
de sonreír como cuando te doy calma,
y resulta
 que solo sale una mueca
 y una lágrima chueca que ni bien se puede nombrar.









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