miércoles, 2 de octubre de 2019

tenue tratado sobre el miedo




"algunas veces siento que no sientes miedo"
me dijo Raúl una noche
y quedó asestado en mi
por sentirme el niño del cuento,
de ser el príncipe caballero
que vence al dragón,
que vence a la muerte,
pero que en cada noche,
 le teme a su sombra,
a sus propios demonios,
y estupefacto,
queda fascinado, 
cómplice,
igualado a su verdugo.



entendí que le debía poesía a la muerte,
para darle un sentido, 
su dirección, 
un camino,
y para hacerla entendible,
palpable,
amable,
la enamoré
y hoy mis ojos deslumbrados miran su belleza.


en la búsqueda el temple,
de solo gobernarme a mi mismo,
de no colonizar otro abismo,
de compartir.

porque bebí,
 para entrar en euforia,
para perder el control,
 enfrentar los demonios,
en ese entender complaciente,
pastas y coca,
peleas
y suerte.



pero por desgracia,
la suerte se hizo costumbre,
y la costumbre experiencia,
y aprendí a dominar ese miedo,
porque no siento miedo,
 yo soy el miedo encarnado.

y se siente pesada la vida,
por cruzarla de frente,
¿qué causa mi furia de asombro?
mi desatar de esperanza,
a ultranza,
de resistencia.

 por desgracia
la muerte se hizo costumbre,
y la costumbre experiencia,
aprendí a confiarme del miedo,
para poder amar al amado
mantener salvaguarda.

y  por eso me gané a mis amigos,
por mi cuidarlos un poco,
por mi lealtad decisiva,
incisiva,
por mi carencia afectiva,
y me gané a pulso varias zancadillas,
también una porción de respetos,
por quitar a golpes los puños,
por hablar claro,
cuando necesito hacerlo
 también por cuidar en concreto,
en contra de mi,
a pesar de mi,
cuando de eso se trata,
descubrí que soy el miedo encarnado.

he perdido a tantos y tanto,
por no saber expresarme en palabras,
por petrificarme,
como medusa,
al verlos morir,
al verlos callar,
al verlos partir,



he perdido chances,
por no saber explorar la palabra,
por justificar,
ideológicamente
mi empatía.

ésto no es más que un mapa,
para encontrarme a mi mismo,
un ideograma,
un idem del alma,
si bien sé y saben que los cuido,
también sé y me saben,
me cuidan.


y sucede.
que la vida me pesa,
de la buena y mala fortuna,
el que no aprendió a llorar.

entendí,
que en mi búsqueda de muerte se me hizo la vida,
y que la vida me pasa triunfante,
porque nací estando muerto,
 me sigo aferrando a la vida,
por tener la risa de instinto.







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