lunes, 7 de octubre de 2019

cadáver de octubre, después de leer blanco, de Octavio Paz





con la inmensidad del mar,
con la calma del desierto.
con la intensidad del viento



en el acecho,
vil y mentiroso de la soledad
y su crueldad acompasada



 habitante pasajero,

etéreo,
 homogéneo,
 fugaz,
volátil,
 tiempo.


me aparto entre los muslos inquietos,

                                                             juego a las escondidas con la vida,


he vivido y he corrido,
como desesperado al precipicio,
que he volado, que he querido,
 he amado y me han amado,



supe que para volar había que  caer,
más de una vez
  más de cien veces,
más de eso me he levantado,



 con en el arrojo,
en el ímpetu,
en el viento.

en la fraternidad.




ésta, no es la habitual soledad que amo tanto,

una sórdida sensación de ausencia entre mi vientre,



se me acelera el pulso,
y pierdo el impulso,



es la agonía del esternón,


                                                                      Ando que busco,
no me encuentro
y mi cuerpo está cansado,
con un candado colgado en el esternón.



 en cada viaje al sur me lleva el norte,
el planeta es una esfera,
en donde los extremos se tocan.

y decidí dejar los labios intactos,
de carmín intacto,
sin tacto



ahora siento culpa de estar vivo,
yo que tengo mañana un renacer
y una noche con estrellas,
yo,
.yo, que puedo despegar de las cobijas,
yo,
en que digo que por hoy me sigo vivo,

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