soy el miedo encarnado,
hambre de miserias,
llanto impotente.
mi ejemplo no es vida,
es la búsqueda de muerte,
en la paradoja irresuelta sigo andante,
he batallado contra mi mismo,
he fracasado en mi mismo,
buscando un equilibrio.
he liberado mis demonios de pandora
y entre esos males insatisfechos,
entre la pelea diaria a la avaricia,
me he perdido en el deseo de la codicia ,
perdí el rumbo,
caminé sobre la oscuridad sabiendo que soy el miedo encarnado.
contra el tiempo,
aprendí que perdí más al no defender en violencia,
a los que eran violentados,
y me volví juez y verdugo de mi propio amor.
he buscado apuntar mi cámara,
para hallarme en ella,
reflejo tenue,
brisa del mar,
un astronauta a las estrellas,
en un mundo plano.
he buscado respuestas místicas,
en experiencias prácticas,
he caído en silencios forzosos,
en aprendizajes a medias,
he gritado en la pileta de agua,
para ahogar el dolor
he flagelado mi sangre para en descontrol entregarme,
de dulce amargo a mi bella monstruosidad,
he colocado palabras al revés,
y al derecho oprimido de causas justas,
de proteger lo que amo,
a veces desde la palabra.
he hallado en la palabra una tregua,
en los puños justicia,
en no romper el equilibrio del cielo,
en restaurar en mis duelos,
la capacidad solidaria de soportar cariátide,
en el carismático soñar un poco,
en el devolver como una acción las gracias,
he buscado dominarme,
gobernarme,
colonizarme
y descubrí que el sacrificio,
es un medio incorrecto para el fin estoico.
y estoy inscrito,
en pensamientos verticales,
en secretos laterales,
que rondan como manda de lobos a que mi carne se canse,
agitando una antorcha para pelear con miedo,
porque me siento herido,
quijote de demencia sobria,
con la lucidez tenue que la ráfaga le otorga al humo
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