creo saber por qué nos desprestigia,
a los pequeños periodistas,
los de en medio casi abajo,
esos mismos que destapan lo que usted entierra,
con toda esa honestidad que usted
reclama,
me dice que sea imparcial,
que no vea a los niños con hambre,
que buscan comida en la basura,
me dice que no los vea como humano
que sea yo un periodista,
entonces de qué me sirve,
llevar las cartas a la mesa,
si estoy nacido de flaquezas,
y veo toda la injusticia a diario,
a mí,
de qué me sirve,
de qué me sirve,
que obtengo vacaciones cada año,
y el repudio por no informar,
de qué me sirve recibir insultos,
dígamelo detrás de su escritorio,
dígamelo usted tan imparcial.
Los motivos que nos llevan a la calle son muchos, muy
distintos, la realidad alterna, alternante, donde los humanos, se vuelven (para otros humanos)
parte de la arquitectura. Algunos quedan varados, exiliados. Muchos buscan
un espacio, en el que cohabitar conocer personas, identificarse en otro como en
uno. La calle, un espacio subversivo, disidente, autónomo, un contenedor, un continente. La calle es música y no se podría tolerar sin
ella, la calle es la gente, personas no personajes, la calle es una anciana
cansada, afuera de un banco, la calle es la locura inexpugnable, es surreal,
irónica, sarcástica, la calle es y lo que ves en ella, un reflejo, de ti.
En memoria de Rubén Espinosa,
Nos volveremos a encontrar.
Nos volveremos a encontrar.
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