martes, 19 de mayo de 2015

sencillamente

Escribir desde la vértebra del alma,
desde el lado flaco,
desde el estertor de los amores de ceniza,
desde ese lugar insondable que es el fracaso,
el más grande de todos y el más común,
el más cínico,
el único e inadmisible para uno,
el único indescriptible
y del que hablan todos por supuesto,
escribir desde el silencio,
del limbo,
el campo de concentración de nombres,
de almas en pena que habitan,
donde coexisten todos los amores muertos,
escribir con calma,
con el alma,
para depurarse y seguir andando,
con la intención nociva de andar sano,
de no caminar como animal herido,
de ser y ver,
de ver y ser claro,
los errores que corresponden,
con los que no.

Escribir desde el silencio,
desde el perdón,
desde la cama vacía,
desde el mismo sitio en que se debe curar el alma,
de los más inhóspitos hospitales verbales,
desde el dolor de herida seca,
de polvo,
de cicatriz que se cae,
desde el húmedo siniestro de choques nocturnos,
de accidentes carnales,
de habituarse a ser y ser solo,
en donde se habita el silencio,
de inmolarse con el hielo del pasado,
de congelarse con pasión.


Irse escribiendo
y describiendo,
reformando,
reformulando,
para hacerse uno y uno mismo,
escribirse esperanza desde la falla tectónica del alma,
desde ser tormenta que vislumbra, en el alba, un ayer inconfundible,
desde el celibato,
desde la cueva ermitaña,
desde la jaula ave de paso,
desde ese lugar común de haber nacido débil,
para no quebrarse en el intento,
el interno con camilla que sale del abismo,
de los silencios que reviven a las palabras más  honestas,
las que se dijeron en el momento,
que debían decirse,
así pues,
ando sin palabras inconclusas,
así sigo con círculos cerrados,
sin temor de haber errado,
me entregué como se debe,
con todo
y sin temor a equivocarme,
sin un exhalar fantasmas,
para no arrastrar muertos por la espalda,
me han hecho volar
y vaya que he volado,
si puedo jactarme de algo es de lo siguiente,
sé volar y he volado,
y haber aprendido a ello nadie podrá quitarlo,
estoy vivo
y nadie podrá negarlo.

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