miércoles, 11 de marzo de 2015

Brotará la vida

Preocupado,
de que no soy autónomo,
que soy frágil,
y me veo muy débil.

Me preocupa,
que no pueda ser autónomo,
que cada día soy más frágil,
que no tengo seguro médico,
que llueve sobre mojado.

que ya no aguanto las maletas,
que no puedo cargar a Balam sin que se me chingue la rodilla,
cansado de no viajar,
no alucinar,
de estar tan pinche sobrio en ésta realidad que me apabulla.

Triste un poco,
no lo suficiente para botar la vida,
si lo suficiente para dormir un día,
soñar y recordar lo que el anciano me decía:
“cuando la muerte te cuenta un cuento,
es hora de ir a la cama”
me arropó,
y yo era un niño en un tren revestido de lujos,
innecesarios,
y despertar,
en mi cuerpo de hombre,
como de muchos sueños,
salir muerto de ese laberinto,
onírico,
despertar de la muerte a la vida,
es la naturaleza de mi insomnio.
Y no dormir,
para no despertar de la muerte,
una y otra vez,
otra y una vez,

en ese letargo de sombra,
en una barcaza sin quilla,
de mi laguna mental,
tan conocida.

Cansado de no montar mi bicicleta,
y no poder jugarme el cuero,
por lo que uno juega es en realidad por lo que vive.

He muerto de las formas más horripilantes en mis sueños,
despertar descarnado,
sujetándome el vientre,
maniatado de la espalda mientras me tiran tierra en una fosa,
caer al infinito,
aparecer en mi cuerpo,
después de tantas muertes sé decir,
que no le tengo miedo a la muerte,
no mucho más que a la vida.

Preocupado,
que solo seamos sueños, una pesadilla de algún dios,
que ni siquiera es consciente que es un dios,
o que le sea tan indiferente como en los sueños.
Y sueño despierto y hoy puedo hacer muy poco,
con mi rodilla jodida,
con mi epitafio desnudo,
con éste insomnio de sombras,
de salir por cigarros,
a las cuatro a eme,
y que la criatura más hermosa de la noche,
después de ese travesti malogrado,
haya sido ese murciélago que casi me caga encima,
regresar,
casi decir a casa,
pero nunca me he sentido en casa,
pese a haberla habitado la vida.
He querido volar y lo he logrado,
he hecho volar y me he mermado,
en atar para poseer,
y tal vez sea tiempo,
de dejar de creer en ello,
ser y ser real como lo puedo,
actuar como ese hombre que aprendí a no ser.

Preocupado,
con una flor de infinito en la nuca,
un lobo de dos cabezas me decía en cada una lo contrario,
quédate-vuela,
ata-despega,
ama-odia.
Pero ya no quiero que el amor y el odio sean dos medidas iguales,
los arrabales me llaman día a día,
luchar contra la adicción a veces es difícil,
cuando la realidad me apabulla,
cuando la esquizofrenia se escapa,
me atrapa, el verme indefenso.
¿Por qué habría de importar a éste universo un grano efímero, cuerpo?
¿Por qué me deberían importar las cosas del hombre?
¿Por qué buscar si soy completo?
¿Por qué buscar porqués a las cosas simples?
es sencillo,
soy complejo.

Me convertí en adulto,
jugando a las escondidillas con el tiempo,
ahora sé que no es posible,
tantas veces he escapado a la muerte,
de esos momentos me he basado para decir que la he vivido
y que nadie podrá negarlo,
arrebatarlo,
el engaño de la experiencia me alcanza,
ahora que apenas puedo andar por la rodilla rota.

mi cuerpo se hace viejo,
y es curioso que sea más que mi mente,
ahora que me alcanza la edad a la experiencia,
que empiezo a pensar en comodidades que no necesito,
ahora que no sé qué pasa.
y todo pasa,
y la vida trasciende
y nos trasciende,
de los resquicios de la muerte poblada de cemento,
brotará la vida.

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