los dedos colgando,
se escurren,
como
plastilina.
hay una suerte en tener hilos de plata,
una luna cornea en cada ojo,
y el bello contraste Morfeo.
los dedos, las manos, los ojos.
hay una especie de cansancio.
como reloj de arena
después de otoño,
se acaba la nostalgia,
pero saltar de la hebefrenia al vacío,
me da una sucia sensación de desconcierto.
contra todo pronóstico, no hay:
animales muertos,
dragones inconclusos
no hay peces ni contraste,
no hay muertos en la carretera.
y aun no sé si de mi,
si realmente de mi,
cuelga un hilo saliva,
si tengo bata blanca,
embotado,
ya nada me garantiza nada,
que yo existo, o tu
o el todo,
los brazos que contienen al toro,
la vida que se disfruta difusa
ojos del viento,
y dedos de catarata,
ceguera de morir
total y lentamente
durante cada respiro,
morir.
no habría más Venus,
ni sogas colgando del árbol
y la luna es solo un foco,
y no tengo esperanza
no tendré,
escribo siempre habitando
la brecha de los mundos habitando,
el atardecer presente
consciente,
augusto diferido
si sentir
y pensar
fueran la misma palabra,
se hablaría pues,
desde el pecho,
viseras
y seriamos honestos vamos,
solo eso,
seríamos honestos.
pero no, difiero,
disocio,
asocio relaciones marginales
y me aíslo,
me asisto, de la fiebre,
para escupir sagrarios,
y ser un camaleón entre la gente.
soy un buen actor,
casi socialmente aceptable,
social mente.
me dejé ermitaño,
escondido,
perdido
en cabaña futuro,
de presente escondido
en la hierba que acecha,
como serpiente.
mudar su piel.