la derrota sabe a promesa rota,
a fotos,
lotos
y pocos silencios incómodos que no expresan,
los silencios,
me sabe a tabaco,
a ron prohibido,
a llenarme la boca de palabras
de saberme tantas
para no usar ninguna ,
siempre nunca por no saber decir adiós,
o decir, quédate,
la cagué.
dije que no quería volver a escribir poesía,
y yo que sigo siendo el paria,
que paría con la punta de la lengua un universo,
pero ya no me creo,
ni un diez por ciento,
perdí la ambición absurda de un espacio mejor para soñar,
para rodar, andar, caminar silencios
la derrota sabe a llanto,
que me rompe el canto,
y a éste tabaco lánguido que no me quiero acabar,
me levanto con el vacío del espejo,
sin el ánimo de renacer.
mi rostro sigue siendo un diario,
de asesinatos,
estadísticas,
promesas electorales.
una coche bomba explota,
dos albañiles evitan un asalto,
una vacuna que ha fallado,
y el sistema de castas sigue haciendo prioridades,
y yo,
¿yo qué?
pero la realidad es que mi irrealidad nada lee,
nada sabe,
nada existe sin final,
y todo final es previsible.
pienso que no me mataré,
que me falta valentía,
y me sobra insomnio,
que seme acaba la paciencia,
que me explota éste demonio,
que soy,
por eso quiero ser cada vez más humano
para ser más raciocinio, menos sueño,
y poder volarme el seso,
poder explotar en sexo,
pero no.
pero,
humano al fin,
sigo sueño, sigo roto,
sigo poco a poco buscando fotos,
archivos, otros,
mundos posibles en los que existí.
me falta un lente y una calle,
una media noche pa jugarle al kamikaze y terminar abrazado a un poste
con un vato fumando crico y dándome un coaching del fracaso,
y creer que también como él sigo siendo afortunado,
acá ya todo está muerto,
donde nunca pasa nada.
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