miércoles, 28 de abril de 2021

descreencias

 


cuándo cesará mi ausencia,
augusta silente demencia de paradojas,
ya me cansé de la ironía,
de ésta falta de sincronía vengativa,
que pone en renta mi vida,
o mi alma,
pero sobran almas,
y del profundo mar en calma no surgen para mi las espirales.


no sé que me falta para creer en mi,
o quizá si,
solo soy asintomático.

así que es buen momento para retomar la creencia
y credulidades,
me diré qué creo,
o en qué creo.

creo en el silencio que acompaña,
que hace de una maraña de hilos las palabras,
creo que la belleza y su fealdad,
en la mística maldad que me acompaña,
en la ternura lúgubre de los gatos,
creo que cada perro tiene porte,
y es distinto el distintivo membrete que lleva cada carta,
creo que me he faltado 
me he fallado,
que creo que por no creer he descreído a muchos
y muchas,
que me dejaron dos gramos de fé,
creo que puedo hacer poesía,
no sé porqué tengo ese don,
que si bien he cultivado,
he podido desperdiciar sobremanera,
creo en el acto sobrevaluado de sucumbir de la templanza,
y creo que he aprendido más de mis cobardías que de anversos,
creo en universos,
y en pensamientos circulares,
creo,
que en ese 3.141516 está el círculo que no se cierra,
y que ahí habita mi cambiar éste destino,
creo en mis piernas cortas,
mi torso largo,
creo en mi hija y la esperanza,
en la fé y no creo en ningún dios,
no creo en la policía,
y a veces si en la poesía,
creo en la libertad de cada ave,
que se condiciona para el calor del sur,
creo en la armonía,
posibildad escondida de entopía,
y que la palabrería solo se esconde en los discursos,
creo en mi vejez prematura,
y en la confianza en unos pocos amigos,
creo que crear es un acto de magia,
y que en ese acto de prestidigitación 
se sucumbe a la ambición,
o la falta de sentido,
creo en la sincronía,
aunque venga san judas tadeo a enseñarme las causas perdidas,
creo que cada día me asusta abrir los ojos,
y no tener más éste sueño,
de volver a renacer,
creo en el revolver que no me escupió el plomo en la cara,
pero no creo que mi mano blanda un cuchillo nunca,
como el que me rosó la piel,
creo que las preguntas pueden ser respuestas,
muy profundas e imprudentes,
creo que mi memoria es ciega,
y que me acomodo en los olores y el tacto,
los sabores y el acto,
de poder decir amor con la boca llena,
sé que dicen que tengo un don,
pero solo siento un deber,
y para crear y creer,
que no lo quiero poseer,
no quiero ser la pose que sostenga esa incongruencia,
pero no sé cómo vivir,
malvivir,
malparir la responsabilidad sin firmar la responsiva,
que me diga que todo paisaje tiende a desaparecer.

creo que nunca es suficiente,
pero a veces es demasiado,
creo en la cuerda floja,
y en la llama de las hilanderas,
creo que a veces se equivocan,
y se ríen agradecidas con una forma socarrona,
creo en la muerte,
que es la vida,
y la salida,
a nuevos universos


reproche

 



hay noches que camino


hace poco descubro que siento mucho coraje de la nada,
me estorba el ladrido de mi vecino,
o la calma con que camina el de enfrente,
me estorba el sol,
me quema la sombra,


a veces me sorprende que una mujer tan bella haya decidido tener una hija conmigo.


hay días en que me quema la lluvia


escribir desde el estertor del alma,
desde el enfurecido mar en calma,
desde el viento.

escribir con la vena rota,
con la ceja corta,
el pelo largo y la ceguera,
¿para qué escribir?
perdí el sabor y el gusto,
perdí el tacto,
la fe,
la confianza,
y por más que busco en rincones lúgubres donde hallarla,
no me siento solo y más que solo cuando callo,
yo que he sido vasallo del viento,
y ahora no soy ni poca cosa.

tengo los labios cortados,
coartados de la falta de templanza,
veo mi cuerpo y me asusta,
que llegue a ser lo que busca,
para darse cuenta que la vida estaba en otra parte.

pero no llego al fondo,
en ésta alberca del alma todo es nada,
de ésta bocanada.

no busco amor para hacer el amor,
no busco ceniza para hacer fuego,
no sé,
qué
busco.

y me hago bizco,
y tonto,
y ronco a medio día.


pero no estoy aquí más que para cantar ésta poca alegría,
te veo en el pelo de tu madre,
y a mi en ciertos gestos,
te veo en tus abuelas,
en mis abuelas,
te veo en todo esa falta de esperanza que le tengo al mundo,
y pienso que puedo hacerme una pizca de una sal mejor.

veo la luna entre las nubes,
escucho entre tu pecho al mar y al viento,
me disgusta ser violento,
que llega cuando se desborda ésta ira a la que le puse límites,
pero son diques para un gran río,



si hablo de amor hablo de mis promesas rotas,
en las que fuíme rompiendo el corazón,
esternón volátil de sillón sobre la luna,
descorchar una cerveza en la vastedad del infinito,
y derramar las lágrimas,
nunca quise hacer cosas de las que pudiera arrepentirme,
pero parece que caminar lejos de mi ya no es posible.

y cómo hay cosas de las que uno no quisiera poder arrepentirse,
también hay incomodidades que no me permiten la risa en los momentos buenos,
a qué altura del vuelo destrocé otros sueños,
yo que no quería llevarme a nadie,
me he llevado más que la calma.

















viernes, 23 de abril de 2021

coaching del fracaso

 



la derrota sabe a promesa rota,
a fotos,
lotos
y pocos silencios incómodos que no expresan,
los silencios,

me sabe a tabaco,
a ron prohibido,
a llenarme la boca de palabras
de saberme tantas
para no usar ninguna ,
 siempre nunca por no saber decir adiós,
o decir, quédate,
la cagué.


dije que no quería volver a escribir poesía,
y yo que sigo siendo el paria,
que paría con la punta de la lengua un universo,
pero ya no me creo,
ni un diez por ciento,
perdí la ambición absurda de un espacio mejor para soñar,
para rodar, andar, caminar silencios


la derrota sabe a llanto,
que me rompe el canto,
y a éste tabaco lánguido que no me quiero acabar,
me levanto con el vacío del espejo,
sin el ánimo de renacer.


mi rostro sigue siendo un diario,
de asesinatos,
estadísticas,
promesas electorales.


una coche bomba explota,
dos albañiles evitan un asalto,
una vacuna que ha fallado,
y el sistema de castas sigue haciendo prioridades,
y yo,
¿yo qué?
pero la realidad es que mi irrealidad nada lee,
nada sabe,
nada existe sin final,
y todo final es previsible.

pienso que no me mataré,
que me falta valentía,
y me sobra insomnio,
que seme acaba la paciencia,
que me explota éste demonio,
que soy,
por eso quiero ser cada vez más humano
para ser más raciocinio, menos sueño,
y poder volarme el seso,
poder explotar en sexo,
pero no.

pero,
humano al fin,
sigo sueño, sigo roto,
sigo poco a poco buscando fotos,
archivos, otros,
mundos posibles en los que existí.

 me falta un lente y una calle,
una media noche pa jugarle al kamikaze y terminar abrazado a un poste
con un vato fumando crico y dándome un coaching del fracaso,
y creer que también como él sigo siendo afortunado,


acá ya todo está muerto,
donde nunca pasa nada.











miércoles, 14 de abril de 2021

asegunes

 


siempre quise dejar éste traje sin arrugas,
sin un polvo extra,
sin una pelusa en la solapa,
pero me fui entregando tanto a la muerte,
que me quedé sin vida,
y solo se me frunció el ceño.



quise,
dejar mis ojos estériles con los estoperoles francos de la juventud,
el oropel de los dientes, y su brillante lustre,
dejar,
la sedosa suavidad de mi piel sin escamas,
te digo,
siempre me he querido morir, 
aunque muy pocas veces me he intentado matar,
y resulta que cuando eso pasa solo pesa
 y me estresa que en realidad,
no pasa y me caga,
despertar,
con dolor de cabeza y una cruda de realidad,
de haber hecho un desmadre,
de haberme llevado al taxista,
al optimista,
o al que creía en mi entre las patas,
o no, también quedarme un poco ahí cada que no me voy,
pocas veces he buscado matarme,
pero varias si he buscado morir,
para mi desgracia kamikaze, la suerte se hizo costumbre
y la costumbre experiencia,
y a veces cuando veo los guiños en las películas,
adivino los finales,
y me ahorro las historias
y las histerias,
y me pasa que me cansa,
el conocer a las moiras 
y las alcurnias,
los ghettos y los panfletos,

y leo todo entre líneas,
las líneas más crueles de éste imperceptible imperfecto,
y me alejo de algunos quienes fueron amigos,
y me acerco un cigarro,
y brindo por los cariños fraternos que conservo,
es curioso,
la ironía que fue de verme siempre en las calles,
es ahora que si me ves seré tan fugaz que vas a pedir un deseo.


y despierto  desierto, después
de no morir o no matarme,
triste y crudo de realidad,
y solo,
y me lavo los dientes y tiendo la cama,
me busco en las endorfinas tétricas del nihilismo,
y me aviento a valer verga o a dormir,
lo que me de la gana,
me aviento a callar y fallar,
pero para entonces  mi cuerpo me pesa,
y el sexo,
y los párpados,
y los sueños,
la imaginación,
y me pesa que se me pase la vida en un cigarro,
tanto que ya ni reto al policía ni al taxista,
que me cansé de putear muros,
duros rostros bastante inmaduros reflejados en mi ira de risa,
porque me cansé de ir tumbando dientes,
porque nunca se me acabó la suerte,
pero entendí en el hartazgo a verme en el ejecutado,
porque quizá,
en el fondo,
aunque me veo en él,
quisiera yo jalar mi gatillo y escupir mi cien al pavimento,
con una velocidad en el vacío de 9.8 metros sobre segundo,
pero no se me cae la cabeza a explotar como fuego artificial en el pavimento,
y solo se me cae el lapicero,
o el vaso de agua,
y en mi descuido dejo caer mi esperanza,
y no,
no ejecuto,
porque en realidad el que busca motivos para vivir soy yo.




siempre quise dejar mi cadaver,
 exquisito,
jugoso,
radiante,
lutroso,
siempre me gustó jugar a la suerte o a seductor con la muerte,
para quejarme por costumbre,
reírme con cara de viento en la lumbre,
pero ya de seducir a la muerte me salieron llagas,
y muchos cansancios,
porque la vida me ha sorprendido tanto y tantas veces,
que se me apagó el fuego y la gana, me salieron canas,
y dejé de pelear,
con el taxista y con el microbusero,
porque a mi el punk me falló primero,
antes que la rodilla,
y mi mayor anarquía se volvió no matarme,
y en mi entrega involuntaria,
me mantiene la experiencia más que la voluntad,
porque la mayor pérdida no es para mi lo que venga,
es para otros que yo me vaya,
dejando pendientes,
de oro,
diamantes de ojos,
si algo entendí con mis muertos,
es a no querer dejar los pendientes,
si no muero  o no me mato,
no es por mi,
es por mi madre,
por mis hijos,
si no me mato,
es porque aún hay quien me ama,
y me calma y me abraza,
y me siente con fe,
porque yo dejé dejé de tener en mi,
y les creo un poco,
y quizá aún tengo mucho por hacer,
y vivir,
resisitir,


y sigo escribiendo en contra mía,
para entender la alegría,
que me colma,
por ir sonriente abrazando ésta ironía,
de seguir,
intensa y jodidamente vivo,







 con el tiempo la vida no se vuelve de uno, uno se devuelve a la vida a dar un poco de lo que recibe, y en ese afán de gratitud, uno se hace...