viernes, 20 de diciembre de 2019

bajo la sombra




contemplo la fotografía de un foco con humo adentro,
volutas imperceptibles,
de un universo roto.


tengo en mis manos un rosario,
casi un escapulario,
del cual fui devoto,
una bolsa de nylon,
del espíritu en humo
cada que entró en mi se escapó un estertor,
llevé entre mis manos la vida,
llevé en la llave a la nariz la cocina,
y un dolor de cabeza terrible,
enraizado en el alma,
enrarecido en la calma,
en un cuarto vacío con pipas de cristal.

lo primero en irse fueron las pastas,
una sobredosis,
 la coca después,
otra sobredosis.

no me gusta mirar esa retrospectiva a éstas alturas,
deambular de la calle a los hospitales,
buscarle poesía a la muerte  es ingrato.

solo se les puede llamar así,
procesos,
de los que muchos no salieron,
si bien argumentarás la falta de sentido a la vida,
la permanente presencia en la muerte,
morir cada día es más difícil,
que ver cada día como un renacer.

podría nombrar las muertes 
que ahora,
me parecen sin sentido,
dardos en las venas,
crudas e hipotermia,
balas,
chingo de balas,
y algunas deudores que pagaron con sus dedos.

decidí no romperme,
para no romper procesos de vida,
en las favelas en rebeldía  fomentaron el consumo,
y míranos,
puntuales,
adictos,
rotos,
sin la más mínima querella de luchar por un mundo mejor.

aquí yace un león bajó la sombra de un foco.


Y
decidí no drogarme,
por insurrecto,
por rebelde,
por cuidar y ser guardian,
de aquello que amo y en que creo,
que vale la pena éste día como un renacer.




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