lunes, 16 de diciembre de 2019

vivir de más I




tengo puestos los aretes de mi abuela,
y parece que tengo un trozo de su alma,
tengo los aretes de mi madre,
y cada día se hace más difícil no querer matarme,
si algo le debo,
si algo les debo es eso,
no sucumbir.

a veces escucho mi corazón retumbar en el colchón,
y no entiendo porqué estoy vivo,
a veces me dan ganas de creer en el destino,
por grande o pequeño,
luego abro las noticias
y me inunda el tiempo.

casi un año va que quiero estar muerto,
a veces por inercia me mantengo,
otros días no salgo de casa, 
me aíslo,
no contesto los mensajes,
no abro un libro.

pero el tiempo vuela,
y me hago viejo,
y resulta que no muero,
solo me abrazan las pesadillas,
el sudor frío.

despierto y me mato un poco,
fumo el primer cigarro,
caliento el café.

enciendo la compu,
miro el reloj.

me pongo los tennis,
por costumbre,
decidí no usar calcetines,
es un recordatorio,
del tiempo que no era normal,
despertar en silencio,
usarlos,
ir a conectar un churro inmenso y gordo,
que me adormeciera las ganas.


y por eso soy un kamikaze,
busco morir.


pero resulta que en contra de mi me salvo,
y salvo a otros,
y no voy a conectar un inmenso churro,
y me pongo mi traje de astronauta,
y me acribillo con ráfagas de humo,
me pongo una pielecita de jaguar,
una chamarra de cuero
y dejo que pase el tiempo.

muy a veces sigo retando a la muerte.


y creo,
que como oliverio,
la enamoré un poco,
la seduje.

y tengo puestos los quizá aretes de mi abuela y de mi madre,
y por mi fatalidad vivo,
y tengo puesto el rostro de mis abuelos,
y escucho el corazón en el colchón,
y late a veces con las pesadillas,
y debo decir,
que cuando sueño que muero,
vivo otro poco.








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