I
sigo siendo de un país de nostalgias,
del hubiera y del nunca,
del nunca lo di todo,
del añoro
a ese final feliz que nunca fue,
en dónde nadie salió lastimado.
y así,
de mis errores aprendí a cuidar a mis amigos,
de la injusticia diaria,
del puño ajeno,
de la bota que cercena el cuello.
y así,
aprendí a cobijarlos,
por los que no pude cobijar,
por los que ya no puedo abrazar,
por los que solo puedo recodar dándole un sorbo a la tierra.
y así
aprendí a besarlos,
por aquellos que ya no besaré,
ni cuidaré
ni amaré,
ésto no es un maldito poema,
éste es un reproche maldito.
¿qué sabrás tu de cobardía,
cuando por omisión cargas a tus amigos muertos?
y así,
porque mal lamento haber aprendido a callar,
a bajar la mirada,
a ausentarme en silencio,
a dar la razón,
a los que no tenían ninguna razón,
ni sensatez,
ni tacto.
qué sabrás tu de cobardía,
de dar el poder,
a los que tenían ira,
ningún motivo,
y la fuerza,
y acá,
los famélicos soñadores,
con hambre de ideas,
con sed de empatía,
nos morimos de miedo.
II
anoche volví a pelear,
y me dices que solo somos jodidos jodiendo jodidos,
pobres matando pobres,
una jaula de perros peleando con perros,
pero yo,
un día,
me paralicé de ver a Vicente ser golpeado,
y no corrí como un héroe,
ni arrojé piedras,
¿tu que sabrás de cobardía,
si no has visto a tus amigos morir?
anoche volví a pelear,
lo tenían sujeto del cuello,
ahogado por la espalda,
y la única cobardía que tengo es a ser un cobarde,
solapar el abuso,
ser cómplice silente.
y así,
anoche volví a pelear,
equilibrando balanzas,
con cinco puñetazos a un rostro,
que tampoco sabía,
que al final
somos jodidos puteando jodidos,
por un trozo de ego,
por un casco de alcohol.
mal lamento haber aprendido a callar,
porque cruzar los brazos cansa,
mal lamento haber aprendido a luchar,
porque a veces no sabes quién es tu enemigo.
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