miércoles, 26 de septiembre de 2018

Digna humanidad





¿qué te hace ser inmune al dolor?
al olor,
de la naftalina
o de muertos apilados en bolsas negras,
no solo nos arrebataron la vida,
también el derecho a la muerte digna,
a ser llorados,
recordados,
o enterrados en un sitio para habitar la eternidad,
el primer resquicio de lo humano,
acoplarnos bajo tierra,
con ofrendas para el camino,
se ha esfumado.

pero ya no,
acá nos han arrebatado ese resquicio,
los pozolearon,
dicen
los cocinaron,
dicen,
les rompieron la traquea,
les cortaron la lengua,
dime si no es tan fuerte la palabra,
para dejarnos mudos en después mundos.

y después de muertos,
nos sigue tocando enfrentarnos,
a la burocracia,
archivados,
en fotografías rojas de periódicos que escurren sangre,
condenados,
a los archiveros fríos de oficinistas,
grises que no les interesa más el dolor,
que de ver pasar el segundero.

es irónico,
algunos esperando la vuelta a casa de quien aman,
otros con sus trajes sastre esperando que llegue la tarde,
para ir a casa,
hay asesinos de la justicia por gatillos propios,
hay asesinos de la justicia por omisión inocua
y acá,
apilados en bolsas negras,
esperando a que el barquero decida que tenías nombre 
una familia que te busca.
acá,
justicia y burocracia son dos cosas distintas


¿porqué desapareces con la noche vacía mujer?,
¿porque solo aparece sangre en las calles?




hemos visto un desfile de asesinos en los noticiarios,
y
una pila de banqueros,
una pila de dinero,
qué dicen que es lo que cuesta tu vida.



mi sangre,
por que jalar el gatillo y mirar a otro lado,
son partes distintas de un mismo crímen.


¿qué te hace ser candidato a un asesinato?
a ser desaparecido
qué te hace ser candidato a lo impune,
a lo inmune que tienen los asesinos de la justicia,
a que tu crímen quede archivado, 
entre los periódicos,
entre los archivos burocráticos,
qué te hace no llegar a casa.




nos han tratado como basura,
la basura que no cabe más,
en las ciudades,
nos han envuelto en una bolsa  negra,
y olvidado a plena luz


no solo nos han robado la vida,
nos han robado el derecho a la muerte,
 digna
a ser llorados,
a ser enterrados,
a ser procesados en el amor de una madre,
a ser amados y tener un lugar,
de reposo,
de descanso, 
infinito,
no solo nos han robado la vida,
nos han robado 
esa digna humanidad.








jueves, 13 de septiembre de 2018

random toughts





entre las distópicas posibilidades que existen en mi mente, siempre está una que me asalta, que llegue un apocalipsis zombie. son microficciones que me voy planteando de vez en cuando, esa y que venga un terremoto, la cual he evitado, éstas son las más recurrentes... en ambos casos me planteo siempre qué haría en el momento en que zombie fuera corriendo hacia mi y en ésta ciudad con 20 millones de habitantes creo, sería el lugar menos idóneo para pensar ésta fantasía. siempre queda la posibilidad surreal de agarrarse a pierrotazos, siempre , pero en realidad es una fuga a la realidad éste tipo de asaltos a mi mente.

lo pienso en el metro, qué haría si el vendedor gordo de chicharrones corriera ensangrentado hacia mi y se ha transformado recientemente más a una fuga de la sensación que acecha, la otra que no es tan ficción, la de un terremoto.

escribo desde un cuarto de azotea, en el que me he replanteado todos mis infortunios a través del humor negro que me caracteriza, "bueno, si ésta madre cae, seré de los primeros en ser rescatado" me impongo. he descubierto en el humor negro un punto de fuga a los eventos traumáticos que me han ocurrido, como saber que en Veracruz, hay una baja taza de suicidios, y lo he pensado con humor, pues si, allá luchamos por que no nos maten, que chingaos vamos a andar pensando en suicidarnos.

y deambulo entre la ironía y el sarcasmo para no tomarme tan enserio, mis pensamientos se inundan entre querer que el jefe de gobierno se pudra en una cloaca, la misma en la que metí el pie, con mi mala fortuna repetitiva, de siempre meter el pie derecho, mientras el izquierdo, intacto, sequesito, versa su buena fortuna con un cálido aroma a vainilla, mofandose de la mala fortuna que en mi ser condena a la derecha, ironía extra de mi pensamiento discorde a la política actual, pues ultimamente las izquierdas siempre andan metiendo el pie derecho a la cloaca, seguro para cerrar el círculo de la ironía, terminaré con mi pie, el íntegro y seco, con una luxación de tercer grado, no lo deseo, pero sería la cereza perfecta para mi suerte.




miércoles, 12 de septiembre de 2018

de ser




vengo de la noche,
y del viento,
de la falda de los cerros,
de mi madre vientre,
y de mi padre,
que ha sido mi maestro en su mejor ausencia.


de la infancia de mi hermano,
de un par de libros ilustrados,
sobre civilizaciones que murieron,
y de dioses olvidados,
de cuadernos incompletos,
del cuento de un niño caballero,
que le temía siempre a su sombra.

de los ojos tristes de un niño furibundo,
de las soñar con recuerdos,
de cosas que no habían sucedido,
del chocolate de mi abuela,
de jugar a los soldados,
de la burla del amor,
entre una tormenta y terremotos.

vengo del segundo vientre en soledad,
y el socorro intenso y pata coja,
vengo del árbol roto que es familia,
para ser el reflejo
del espejo.

vine fuerte,
con la sonrisa soberbia que aún me sale,
de una primaria emblemática,
de lo que fue un barrio marginado.

vengo,
de una ciudad,
poética,
romántica.

de recorrer las calles con los pies de lodo,
de montar siempre en bicicleta,
vengo de Morfeo y de Alba,
del jaguar del mar 
y del arrollo.

vengo de ser el que le cantaba canciones a la luna,
que a veces caminaba sobre el borde tercer piso,
que mantenía sobre rieles equilibrio,
de imágenes, 
perfectas,
de los muertos.

vengo de 55 pastillas en mi vientre,
de una congestión alcohólica,
de un pazón de coca,
vengo de ser el rey de mala copa,
y de forjar como un mago bajo la manga,
del arte de desaparición,
de aplicarla ser fantasma,
de caminar todo el día,
de romper los tenis de la zuela,


de subirme a un tren, 
de gritarle al dios vigente a cien metros sobre antena,
vengo de unas cuantas canciones,
de Silvio,
y de Makiza,
de jugar escondidillas con la muerte.

de los genes que contienen las historia en mis ancestros,
de los que nunca sabré sus nombres,
vengo de irapuato, de donde nació mi abuela,
de españa dicen que era el bisabuelo,
no conozco los nombres ni sus rostros,
de mi famila tengo pocas fotos.

de mi primera novia,
mi vecina,
que murió,
aún me veo saltando hacia su barda,
mientras sonaba cumbia y reggaton de alguna fiesta.
vengo recordando lo que debo,
lo que puedo,
para sentir que tengo un sitio,
que no soy el nómada frustrado.


vengo recogiendo lo que soy
y de donde vengo,
de la cordillera del viento,
de la meseta del tiempo,

vengo de la niebla en las mañanas,
de la lluvia por las tardes,
de un cielo limpio por las noches,
vengo sin saber bien ya desde dónde,
porque los mapas que llevo en la nuca,
las memorias del cuerpo,
y  las marcas que llevo en la piel,
de la muerte en la espalda,
que te mira fijo y me ha cuidado,


vengo tratando de decirme lo que soy,
para no dejar de ser mis mil historias,
de la intensidad del mar,
de la tormenta de arena,
vengo tratando de decirme lo que soy,
porque estoy perdido,
porque pienso mucho.

porque soy palabra,
porque soy memoria,
¿porqué?










lunes, 10 de septiembre de 2018

Yo - el otro- el espejo

Yo – el otro- el espejo

¿Qué sucede cuando en el espejo miras algo que no quieres ver?
Soy la palabra que engloba mi nombre, pero me conforman cientos de rostros, fragmentos, vivencias. Para poder resolver éste trabajo me he cuestionado quién soy, y no he llegado a la certeza lúgubre de descifrarme al contrario me ha llevado a cuestionarme más, cada día más. Soy casilla estrechas, soy padre, fotógrafo, intento de poeta, soy hijo, hermano, pareja. Soy lo que me conforma y mis historias ñ, mis relaciones con el mundo, soy lo que me toca y lo poco que puedo hacer trascender con lo que hago, soy mi visión que me obliga a ver al otro y verlo tal cual mis prejuicios dictan. ¿Pero todo eso soy? ¿En qué realidad soy eso? Sería fácil ibtuír quien soy a partir de intuir en el otro mi papel,  pero lo más complicado es decirme a mi quién soy para mi, si mi mera existencia me hace consciente y por tanto soy, buscándome en la filosofía de descartes llegué a un animatrix  en el que sólo puedo ser yo bajo la siguiente premisa “ sé que existo  porque tengo consciencia de mi mismo de lo demás no estoy seguro” entonces porqué definirme, reconstruirme ¿deconstruirme? Para qué condicionar me bajo normas externas que definen mi realidad. Para qué adaptarme con base en el otro, que igual se constituye de prejuicios y está inscrito en una realidad propia, en una sociedad que se rige por reglas que ejercen el poder sobre otros? En u poema de Jesús lizano en el que habla sobre las personas rectas y las personas curvas, comenta que sobre su discrepancia a la rectitud. La metralla es recta, las reglas son rectas, pero la palabra es curva y los cultos curvos,  en otro habla sobre la relación de lo que representa ser adulto, en su “defensa de la inocencia” versa que uno se convierte en adulto cuando oprime. Y prefiero no ser un adulto, prefiero ese estado puro de la anarquía que para él representa ser un niño. Entonces, ¿quién soy? ¿Quién el otro?, ¿qué o quién el espejo? Sigo sin saber, cada día más me pregunto y cada momento me reconstruyo en esas preguntas que no sé contestar.

lunes, 3 de septiembre de 2018

gusanos




El horizonte dejó salir otra vez la luz matutina a sus gusanos de metal, la estampida de búfalos, los acantilados esas oficinas secas con luces toda la noche, leones de corbata, esperando a ejercer la pizca de poder que les fue negada, relojes caros, imitación de piel.

Hombres con ojos de llanto y pachecos, muchos pachecos, caras de angustia, empujones,  sardinas, pingüinos de frack, lobos de arrabal, y cansancio en todos lados, el sueño, el único sitio en que somos iguales, el sueño, placer democrático que se arropa en cartones o recargado sobre un pasamanos, sobre su cuello o cayendo al vecino compañero de asiento, codazo a quemarropa, el gusano que nos engulle a todos, frena.  Cinco minutos en espera, “me lleva la chingada dice uno” complicidad con esa frase,cartera adelante, audífonos apagados, quítese la mochila que estorba, póngala enfrente y evite molestar,en una ciudad de pasajeros es difícil recordar, mantener la pose, ciudad sin igual, tres sonrisas  antes de llegar bajar del metro, dos amantes contra la puerta, el sonido intermitente, entrecortado risas ausentes,  tururu próxima estación... cansancio, señora con chicles, de a dos cajas por diez, audífonos chinos, adaptadores para celular, burbujas de plástico que se pegan en las solapas, un hombre se cuela a la fila, una sancadilla y empujón, se cae su esquite, pero entiende que el precio de ser gandalla es la intolerancia a la arrogancia. 

Y llega la noche, y regreso a casa, un hombre con playera de cuero sin camisa, golpes por todos lados, se sienta junto a una señora con su traje de atención a cliente de Sears o cualquier otro, la señora expresa en sus ojos, un “lo que me faltaba” lo ignora, él se acerca a mi, y yo solo puedo tomarle fotos, como reflejo, de lo que siempre puedo ser, el gusano me escupe, y llego a casa.

 con el tiempo la vida no se vuelve de uno, uno se devuelve a la vida a dar un poco de lo que recibe, y en ese afán de gratitud, uno se hace...