ya no hay neblina en la ciudad,
una nube de ese smog nos cubre,
pobre ciudad,
en las casas,
cuando no llueve.
gotean.
ese pesimismo bien informado,
que asusta a las aves viajeras,
que deja a los periodistas foráneos,
como en un safari,
como turistas.
pero acá vivimos
y solo se puede vivir burlando la muerte,
burlando a la muerte
y mofándose de ella,
y con ello,
de los muertos.
decidimos no ver más a la muerte,
cuando a cada paso hueles la carroña,
miras a los amigos
y te proteges del amor que puedes sentir,
por el horror que hay al pensar,
que podría,
ser,
cada día,
una última despedida.
y evitas apegos
y evitas los bares
y a los amigos,
y las calles
y la noche,
y evitas los sitios comunes,
las plazas comerciales
y buscas un sitio agradable
donde sacudirte el miedo y la pereza
poner una serie sangrienta,
pero menos sangrienta que la realidad
la sangre se escurre en la ciudad,
penetra los muros como la humedad,
llena todo de ese hongo que hay debajo de los lavabos,
de las esquinas
y con las telarañas,
el llanto estalla
y no paras de reír.
No hay comentarios:
Publicar un comentario