sábado, 24 de diciembre de 2016

de los cuerpos


 me has reconstruido con tus manos,
desde el nacimiento a la muerte,
tus pequeñas manos
de forma antagónica,
cargan lo infinito de mi  uni-verso.

si hay una idea infranqueable,
intransgredible, 
en un ser,
es la idea de la muerte,
la reconstruyes con la idea somnolienta,
y la mayor esperanza de verte.

me has reconstruido,
invitándome a tu sonrisa,
como quien deja la puerta abierta dejándote pasar.

he sido navegante al desapego,
irrumpiendo mundos,
transgrediendo cuerpos,
acuerdos.

y tu,
así,
sencilla,
me reconstruyes estigmas,
paradigmas,
desde los sueños,
los años
la vida,
la suerte,
la muerte


es imposible no querer estar en ti,
el querer fusionarse como plastilina a tu alma,
a tu cuerpo,
entrar por tu sonrisa y ver la impasible tranquilidad del mar,
es imposible no quererlo,
por eso entiendo más que nadie lo que pasa.

me he descubierto,
despavorido,
muerto de pánico,
afónico,
metiendo el freno,
echando la carreta para atrás,
cuestionando qué es lo qué ves en mi,
porqué decides estar con la impasividad del viento
y no he sabido responderme,
pero abres la boca
enseñas tus dientes,
 entrecortas sonidos
y solo entiendo que me dejas la puerta abierta.

 traté de cautivar tu risa,
tal cual,
cautivar.

no entendí 
que era la invitación a fusionar nuestros mundos,
me engalané de orden,
para que no vieras éste caos intravenoso del que estoy hecho.
éste humo que a veces siento,
ésta nulidad a la que me he aunado,
a los cartas y azares a los que uno juega
mientras espera a que pase la electricidad de una tormenta.

mi mente se rebeló,
me desquicié,
morí mil veces cada latido
y el corazón latía más rápido,
trepidando,
galopando,
previendo el abismo,
como los condenados a muerte,
que se niegan
y niegan
el tunel que deben pasar para llegar a la horca,
esta muerte lenta
de no entrar en tu risa,
y lo escribo porque debo recordarlo,
para no morir mil veces en los latidos ausentes.

¿cómo no querer estar en ti?
¿cómo un semidios no podría tener miedo?
el niño tonto que busca la inmortalidad,
se ha topado con otra idea,
de lo que es la muerte.

he corrido,
con suerte buena y mala mezclada,
he vivido 
y nadie podrá negarlo,
he muerto,
y nunca lo negaré,
pero
¿cómo tirar el miedo?
no sé,
no lo sé.
...
..
.



entiendo su porqué,
y no sé cómo tirarlo,
empiezo a entender cuando me llega,
entiendo que
siendo motor de no perderte,
ese miedo casi te pierde,
y me pierde.


y aquí estoy,
soltando mi miedo,
para entrar en tu risa,
esperando
 que despiertes,
para hacer de los cuerpos amor.














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