martes, 16 de junio de 2015

9.7

tuve la felicidad de una lágrima,
como una gota de plástico cayendo en llamas,
caía sobre arena,
amarillo olvido,
atardecer.

Supe volar,
supe caer,
observar el infinito,
renacer sobre hombres lobo de ceniza.

Señal de humo
y espejismo de desierto.
Pude haber volado,
atravesar el tiempo.

pero sé,
 ahora sé,
que si vas al norte llegaras el sur.


tenías la sencillez de decir viento
y decías todo menos viento,
tenías la sensatez en la lengua,
por eso cuando decía fuego,
se inmolaba el aire,
todo lo demás era hielo y silencio.

Pude ver a la eternidad a los ojos,
los ojos de la vida y de la muerte
 gozan una equitativa igualdad,
una bondadosa tristeza,
de un habitante pasajero.


Tengo recuerdos de cosas que aún no suceden,
puedo escuchar el eco del silencio,
pesadillas despierto,
dejavus.

tengo:

el óxido de plomo sobre la memoria,
porque todo óxido es olvido,
porque toda memoria es una dicción.


Decidí volver a la realidad,

sin cuestionarla,
fui siervo a su antojo,
más difícil que ver la llegada,
que horada,
es verla partir.



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