viernes, 26 de diciembre de 2014

A ella

Hice de ella el amanecer, 
 la noche,
 la espera, 
La esperanza,
De ella tejí la tarde,
De Su impaciencia por ser distinta, 
Me hice otro,
 único,
 fue sexo,
También amor,
Bebí café y fumé media caja pensándole una noche,
Sentí sus zapatillas enterrarse en mi lomo,
Le dibujé un cuento con montañas bajo la piel,
Mientras le costaba desnudarse,
Tenía la palabra, que era atavío del alma,
La boca en su orgasmo,
Sentí su marasmo suspiro,
La admiración,
Decepción,
La  cachetada 
y el beso, 
en que hundió colmillo en mi labio,
La agilidad tigre,
La parsimonia del desierto,
Una día hablaba como puta mientras estaba quieta,
Otro era la grupa de un toro y decía poemas,
Ella me hizo sentir viejo,
O como un chamaco,
Los versos que grita,
Las groserías en calma,
"Eres un pendejo"
Y Me mandó un beso al aire,
Me mandó un día a la chingada,
Regresó en la tarde 
Las preguntas que  hizo,
El silencio.
Ella era la poesía,
La quilla de un barco,
 el soporte
También meretriz,
Era madre y regazo,
 la ilusión, el desapego,
Pedestre, 
terrestre,
Etérea,
Era la compañía en el auto,
A veces le construí castillos,
En la arena más blanca y pura,
También fue musa 
Y vaya conocí su desprecio,
 hipocresía, 
 bella, excepto por  el hoyo en su cabeza,
Inteligente, tanto que inaccesible,
Su sonrisa agria,
Dulce enojo.


A ella, la fui  formando de sonrisas distintas,
Tan distintas,
Ser un habitante y pasajero,
Tiene el precio
Y el desprecio,
De no hallar,
Ni hallarse en alguien más,
Hoy que soy y son tan parte mía,
Que tuve todo teniendo nada,
Que tengo nada y lo tengo nada,
La única, 
Palabra,
Es
Gracias por la gracia que  te colma.

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