la bola ocho era la muerte en ese juego,
era lo único sagrado en ese tiempo,
eso y la bacha pa' los de abajo,
el vino se tiraba al suelo,
pa' los olvidados se decía,
en la bacanal de las vías,
no había mucho más que venerar.
los exiliados de cualquier mundo,
si realmente querrías conocer una anarquía,
debiste habitar el camino de las vías,
ese método de organización por demás sublime,
no había jefes,
todos jalaban muy parejo.
los primerizos, hasta ser domesticados,
eran consentidos por el reino,
no había mejor método de organización social,
esa noche me tocaba robarme las cahuamas,
¿quién conecta si ya es noche?
el gallo, el mirrey, el neme,
los gemelos, el jacinto,
y no sé cuantos más pinches narcos de tlapalería
solo había dos sandwiches de atún para la noche,
eramos tres o más y una garrafa,
al final,
solo quedaron latas de activo muy vacías,
tan vacías,
dobladas de amarillo,
el tiempo de la coca se había ido,
la mota era muy escasa en esa racha,
eso que viví me perdona a diario,
un día a la vez ahí no regresar.
ellos llegaban forrados de billetes el fin de semana,
yo tenía el poder de conectarles,
lo que ellos más quisieran.
de alguna forma extraña me cuidaron
y eso siempre se agradece,
pude no ser la leyenda que quería,
por que mi patria,
(en ese entonces tenía patria)
era el barrio y la frontera.
las vías del tren,
interminables amantes que jamás se tocan,
son mis musas esos rieles,
no hablaré más engrandecido ese pasado,
recuerdo esa divina ansiedad interminable,
los calcetines tan putos rotos como los colchones,
tanta mugre acumulada,
tanto llanto seco,
no pasé más de dos meses sin meterme,
te presumiría que un mes fue demasiado,
pero las semanas eran imposibles,
hoy seis años son mi magia,
nadie daba por mi una pizca de polvo en ese tiempo,
es irónico, fui tan leal como lo pude,
chocar hombros y quitarse la playera,
escupir rostros ahogarse en la piquera,
de las victorias que se creían épicas batallas,
los sueños, eran tan sueños,
ahora que son absurdos y que abuso,
de mi buena suerte,
aprendí a cuidarme entre los lobos,
a puro chingadazo limpio
y la verdad que me gustaba esa indigna adrenalina.
hoy por hoy que me da pena,
haber encausado un parde novatos al abismo,
pero no todo fue dolor,
esa sensación por de más hermosa
y aún me acosa en el olor a la cerveza,
nunca me gustó el alcohol,
todos lo sabían ni dos cahuamas y el niño estaba tieso,
pálido,
con jugo de naranja y caña,
con lo poco que viví la vida estalla
y hoy,
es tan distinto.
es probable que sus madres también los buscaran por las noches,
salpicando aguan bendita a cada santo,
rogando que se acabara ese sufrir.
si la hermana sociedad que avanza te parece organizada,
aparece un día y cuida de los lobos,
tengo tanto miedo de caer,
de recaer,
de morirme tantas veces,
que había todas las noches la pequeña muerte,
hoy, que cada día es como un renacer.
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