- Adiós – dijo el zorro. – Aquí está mi secreto. Es muy simple: sólo se ve bien con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos.
CAPÍTULO XXI- El Principito
CAPÍTULO XXI- El Principito
Ello que vemos en los demás puede ser proyección, un espejo puede ser un retrato de ignorancia, una ilusión si no se es consciente del impacto que puede tener un retrato.
no es sencillo proyectar y proyectarse, observar a quien se retrata debería ser un acto honesto, sin pretensión de vanagloria, sin retención emotiva.
retratamos lo que somos en el momento en que lo hacemos, configuramos una opinión y editamos la realidad para influir en ésta contemporaneidad saturada de imágenes, es necesario un conocimiento más allá, para lograr dar esa transparencia positiva o negativa que trasmite un retrato, aún sin saber el efecto que provocara.
el retrato debería ser algo ético, más que estético, más que satisfacer al ego, o manipular, para vender un juicio, se debería mostrar lo esencial, eso que es invisible a los ojos.
Ser mercenario de la imagen no es el hecho de tapar o destapar momentos incómodos del sujeto. va más allá, darle un galardón de carisma a seres que no lo tienen, así como también se puede destruir a quienes lo tienen, el manejo de la técnica es importante, ese conocimiento es poder.
como fotógrafo se debe ser consciente de la capacidad de la imagen, de cambiar voluntades, manipular o hacer reaccionar al espectador, replantearse, reformularse.
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