domingo, 14 de abril de 2013

Julio 2009 cuentos cortos

"mi mente es un caos" se dice exhalando humo, se mira frente al espejo con el pecho desnudo y esa extraña bola amorfa que hay mas abajo de el. se mira a los ojos en el espejo del baño color rosado y piensa, solo lo piensa.

necesita   el valor para enfrentar esas palabras, para ver los labios moviéndose   y decir de ese alguien que se posa con esa mirada de coraje, de odio de hastío  por fin se atreve, con coraje lo expulsa.
- me das asco, me enfermas, estupido. 

posa un poco, se saca un barro, se echa agua en la frente con una jícara que termina empapando todo el piso, mojando el pantalón de mezclilla azul desgastado casi como con el mismo color de enfrentarse al espejo.

 enciende otro cigarro, sin importar que sea éste el único lugar permitido para fumar recorre el camino a la cocina, enciende la luz. toma un vaso con agua, de manera desesperada,  solo para exhalar el humo por la nariz y regresar al baño.

 "me enfermas, pendejete"

 da la espalda al espejo,  emociones encontradas exasperan y desesperan, se  llenan de ansiedad, el silencio brota.


se mira, se vuelve lleno de terror y se empieza a descarnar el rostro con las manos, trozo a trozo, la piel cae, llena de sangre, el dolor levita de las pululentas llagas que muestra su interior.

 se comienza a volver de un fanático fervor la forma sublime de saber que hay dentro, todo cae, la ley gravitatoria saca al exterior dolores inermes, cuando el rostro mira el lavabo, el rostro se transforma.

 lentamente al quitar la nariz, hilos negros  surgen de manera involuntaria, estos empiezan a envolver el rostro, de manera veloz se apoderan de los ojos, ya enceguecidos, entran en la boca hasta la garganta,  hasta el estomago, empiezan a extraer las entrañas que son arrebatadas, de un golpe, de un tirón  la ira, las vísceras se van con ellas fuera, por un orificio que hay en medio de esa bola amorfa debajo del pecho, algo empieza a sofocar. las manos que antes estorbaban, tratan de aflojar  ese extraño hilo  diferente a los otros, ese que atrapa la garganta  que imposibilita la entrada de humo, a los pulmones, esos pulmones llenos de nata negra, asquerosa que emana el olor fétido de la podredumbre interior.

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