domingo, 17 de noviembre de 2024

 estoy hecho de un par de viajes,
de un par de momentos extraños,
de los extraños que extraño,
de los amigos que llamé amigos 
y me devoraron en la vorágine.

estoy hecho de la cuna del silencio,
de un chalahuite,
de un árbol de guayaba que cayó a medianoche.


vengo de un par de absurdos,
de un par de barrios,
de un par de ciudades que ahora desconozco,
y voy,
al bosque,
a buscar la cura,
que un día devora.



tengo en la nuca la memoria grabada,
el temple, la hora que horada,
tengo en el silencio cada madrugada,
de insomnio,
aunque hoy pueda dormir.

tomo pastillas para el sueño,
cuido más el beber agua,
vitaminas para mi más mente,
ejercicio para mi más ente,
y resulta que tengo el canto,
de un cuervo,
de un gallo en la memoria.


vengo de la nuca en la memoria grabada,
el destiempo, la muerte anunciada,
vengo del tiempo en que no existía la nada,
y la parsimonia,
para no poder dormir.

tengo un reloj,
soy su esclavo,
pero me lo quito a veces para perder el ritmo del tiempo,
me baño seguido,
me cambio de ropa,
ya no ando de luto,
pero si con el aliento guardado,
la palabra,
los ojos,
los pocos despojos de andrajos esdrújulos de nada.


vengo de ahí, 
ando por ahí,
estoy así.


pero voy un poco más lejos,
que a veces más cerca,
siempre busqué viajar al sur,
en ésta roca esferoide que contiene mis pasos,
nunca fui tan lejos,
pero siempre llegué al mismo lugar.

terminé distinto a cómo comencé,
pero me hallé,
tan cerca de casa,
de mi nueva casa,
que son viejos árboles vestidos de ventisca,
que son viejas cícadas desvestidas en que se me confisca,
el alma.


dejé la palabra porque sé que lo que se nombra existe,
y a veces con ésta pulsión de muerte quiero vivir,
a veces con ésta repulsión de la muerte no quiero vivir,
pero aquí sigo,
pequeño y sobrio,
grande y terco,
primavera y sol,
invierno y tierra,
invertido y primitivo,
en silencio y en grito estoy.


pero llega la noche,
viene mi hija la que llama el viento,
viene la blanca rosa de los vientos,
viene la trágica sonrisa del tiempo,
y pese a la belleza,
se burla de mi,
mientras trato de burlar al ciento,
de aves que me recuerdan el silencio.












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