hace tiempo no retomo la pluma, más allá de los retazos de ecos que van a parar a la libreta de los garabatos, me forcé a matar la pulsión creativa a manera de revancha, porque kafka dijo más sabio que de costumbre que es más poderoso el silencio que el canto de las sirenas.
en realidad no importa o no debería importarle a nadie más la finalidad de éstas letras, más que a mi.
no pretendo dar cánticos de luto, ni reflexiones imberbes y garigoleadas que reeleré años más tarde para recordarme lo estúpido que he sido, no pretendo un canto al añoro, ni busco enamorar, tampoco ganarme corajes o expresar de algún modo opinión alguna que como en todo sitio sobran, en realidad, no pretendo, ni que me lean ni que me escriban, quizá por eso éste preámbulo a mi mismo, que es la búsqueda de la metaintención de tomar la pluma, no es claro, ni difuso, y en realidad no importa.
son vacaciones de semana santa, llevo ya algunos días con kai, la vida me ha hecho centrarme en lo importante y dejar la parafernalia para despúes he entendido que el oficio de jugar es algo serio, vamos saliendo de la tienda, la calle es un artificio de distopía bien lograda, hace más de un año que están arreglando la calle, según meten drenaje, hacen hoyos, tapan otros, hay un cumulo de cuadrados de concreto de lo que se supone se dijo será un colector pluvial, un reverendo desmadre te digo. ahí kai mira al horizonte,el mismo que me dijo que quería ver por el que se negó a dormir la siesta, le compré unas papas y saliendo, sobre la mancha de lodo se detiene, como suele hacerlo cuando hay algo poético en el aire, me detiene de la mano y dice "espera, estoy mirando al mundo" no hago eco en ello, pero me retumba, en ésta misma calle tengo una foto sobre una retroexcavadora, tendría menos años que kai ahora, pero, recuerdo el momento de la foto, los muñecos sobre ella, el amarillo del día soleado y muy poco más, me detiene el paso jalando de mi mano te digo, "espera, estoy mirando al mundo".
mi vida se ha vuelto poco más que añoros el último periodo, añoro por lo perdido, el amor perdido, la vida perdida, el amigo perdido, la fraternidad, la vida perdida... pero entre éste ir y venir del tiempo he tenido que apuntalarme desde lo que si he ganado... y si bien es poco y la vida me apuñaló por la espalda, al igual que un hombre fumando cristal hace unos años me dió un largo coaching del fracaso, me mostró lo afortunados que somos, en una epifanía de esas que no se pueden transcribir o revelar... un póco más que añoros, te digo, porque si bien falta tener algunos triunfos, también faltan fracasos...
aunque he olvidado un poco mis tradiciones cotidianas, hay algunas que preservo casi religiosamente, como el apuntar antes de dormir lo más importante de mi día, y aunque hoy mirar al mundo fue una puntada magnífica lo más importante fue reparar a la muñeca papá, una de las cuatro con las que jugamos, ayer vinieron unas vecinasa jugar con kai, la rompieron, y aunque evité sentirlo, esa muñeca que llevaba tres años con sus piernas imposibles de colocar de forma rectilínea, el torzo que nunca se ajusta a la pelvis ahora tiene con cinta masking una pierna eterna y parcialmente recta, me dolió te digo, pero la ironía siempre suaviza las curvas de la montaña rusa, un problema menos que alinear en cada juego... aunque su rodilla rota me recuerda lo frágiles que somos los seres, vivos o inanimados...
aún así lo importante no fue la muñeca, ni observar al mundo, en su heráldica decadencia, en su borrosa y poética magnificencia de cloaca, en su sublime cielo gris, con mi niña deteniendo el tiempo, lo importante fue verla reír, hacerla reír, conocerla reír, detalles más detalles menos, la vida se depura de forma magnífica poniendo inevitablemente en el lugar correcto los acentos, donde aunque se sabía, nunca habían estado.
La parafernalia es que vivo lo demás guardando fuerza para provocar la risa que da risa a mi existencia.
hace unos meses empecé una tradición con Balam, mientras le cuento mis historias armamos legos, construx, megabloques, todo marca reservada, le he contado buenas historias, y a pesar de que en la familia mi adicción no es un tabú si tengo una poco ortodoxa forma de asumirla, no busco ser prohibitivo, o moralino con él, al final esas prácticas de control con las que no estoy de acuerdo me llevaron al paredón de las curiosidades, y a los acántilados de las experiencias, le cuento a cómo me llegan los recuerdos, nublados y borrosos, hermosos, y bastante trágicos bastantes veces, busco no omitir nada de lo importante a mis ojos, porque sé que soy el completo y complejo ser que soy gracias al cúmulo de experiencias que a veces catalogo en el bloque de las "innecesarias" pero es la primera parte de la tradición con Balam, el presente momentaneo de la segunda tradición es que hicimos nuestra primera rodada de 20 kilometros en bici, y, claro, no podría sentirme más orgulloso, y es difícil no querer colgarme de ese logro... a esa edad no montaba bien una bicicleta, ni tenía la experiencia que él ahora, es orgulloso, se enjuicia, es obstinado, terco, y creo que aunque no lo demuestra tanto es bastante arrogante, y bueno, lo peor es que me siento bastante orgulloso de que haya salido bastante igual a mi, porque eso significa que en el camino o destino que está andando le llevo varios pasos de ventaja, y que en definitiva le puedo enseñar algunas caídas que le pueden hacer leer mejor el camino y trazar algunas otras rutas, quizá no todo es como andar en bici, pero si, todo es como andar en bicicleta.
hemos rodado hasta el desmayo, le dio un golpe de calor hace unos días y se me cayó de la bici, un raspón y aunque él no lo sabe en tanto pude me quebré como dientedeleón cortado para soplarse al viento. así que hice lo que no quería, enseñarle a derrapar la bici, cuando empecé yo a hacerlo fue por ominosa necesidad, tener quince años una bicicleta y la nariz abarrotada en coca no lo considero bien una experiencia recomendable, pero bien varios taxistas me hicieron bastante hábil con los puños y con los derrapes, poco a poco me he ido haciendo más civilizado, la ciudad también, y mi nariz no sangra tan fácil como entonces, tampoco mis golpes de ira suceden ya, la última ingrata experiencia fue con un motociclista que le pegó en el ego que un ruco lo rebasara con su bicicleta, pero aunque yo sabía que no lo haría recurrí al ingenio violento, "quítate el casco y date el tiro" "pendejo" y se fuga... en fin, de qué se trataba ésta historia? ah si, derrapar, y saber caer, le conté el mito de Ícaro y Dédalo, "no vueles muy alto" ese día se cayó, y ahora es más prudente, "confía en ti, pero no te confíes" "alza la vista, lee el camino, controla tu miedo, traza tu ruta" en las subidas un "tu puedes Balam, Vamos, Vamos, Vamos!! eso!!!" "¿quieres parar?" "no, seguimos" orgulloso, necio, obstinado, terco... no hay mejor camino que agarrar la bicicleta, y dejarse caer, ya pone el peso en el metatarso, aún pone mucha tensión en los hombros, pero no se deja vencer, aunque ya soy más prudente cuando toca un descanso, él no ve sus logros, y sé que pronto mis limitaciones técnicas como maestro quedarán superadas por su necesidad de conocer, de ahí, solo puedo ofrecerle lo mismo que él tiene, necedad, terquedad, orgullo, y lo que le falta aún que es indispensable, celebrar los pequeños logros... ya sabe derrapar, se me volvió a caer la rodada pasada y si bien logró el objetivo y más de lo esperado, también trae algo que no se enseña y tampoco se aprende, supo caer... y ese, es un arte innato que no se cuelga en ninguna escuela de ciclismo, antes solo le dije, aprende a girar a no recibir el impacto, es como el tai chi, solo desvía la fuerza... se cayó y antes de entrar en miedo se subió, "quieres descansar" "no, seguimos"... me he obligado a usar casco, a usar guantes, si bien aprendí así a ser siempre un kamikaze, no lo deseo para él, y solo puedo guiarlo haciendo eso, para que él lo absorba, para que le sea útil eso que muchas veces me pasé por los tenates.
mis días son entonces, una suerte de paciencia, para esperar sin ansia lo que amo, lo importante, en donde siempre debió estar el acento, y mis días son vivir con kai, cada juego, cada aprendizaje y con Balam enseñarle lo que siempre debí, y a quien le debo mucho.
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