si he de confesar algo,
me gusta el nombre que le dieron a éste cuerpo,
que contiene el rostro que habito,
que muy a pesar de mi contiene a lo que soy,
en esa confesión escondo una tragedia.
sé que hacíamos el amor,
tan sublime,
que solo podría decir que las diosas del placer
nos mandaron para ser carne,
soy un junkie,
pero uno con una pequeña dósis de escrúpulos.
hoy estoy erizo de amor,
y lo cierto
es que a las diosas del placer les faltan manos,
cuando estaban entre nuestros cuerpos.
si he de confesar algo,
me gusta mi nombre,
pero no me gusta recordarlo cuando hago el amor,
me sacaba de ti,
me regresaba a mi,
me sacaba del nosotros,
y decía tu nombre para recordar,
que éramos un nosotros,
uno nunca sabrá cuánto placer siente el otro,
la otra.
y siempre está el margen de duda,
pero es raro,
porque ese margen de error,
cuando hay un yo entre un nosotros,
me llevaba fuera de ti,
y decía tu nombre,
y tu nombre me da placer,
pero mi nombre me alejaba,
de esa simbiosis en la que un cuerpo de mil manos,
acariciado por las diosas,
era un nosotros.
me gusta mi nombre,
escuchar mi nombre,
saber que tengo nombre,
representarme a través de mi nombre,
y me gusta decir tu nombre,
e invocarte para que aparezcas,
aunque no aparezcas, porque estás ahí,
pero no me gusta escuchar mi nombre
quisiera que existiera esa palabra para decir nosotros,
que no somos nosotros,
porque no éramos tu y yo,
o cuerpo y placer,
éramos uno,
éramos todo,
pero a veces,
aparecía mi nombre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario