siéntate,
te enseño dónde se me pudrió la piel,
siéntate,
te invito a ver mis gajos muertos,
si he recibido el amor como condena,
en sus arranques trascendentales,
ráfagas de besos,
y un inconmesurable espasmo de cariño,
también lo he recibido dual,
en dosis adictas del que reniega estar erizo de amor,
y yo ya así no,
no quiero
Quizá golpeaste la cama,
y nada se rompió.
Quizá mi padre no tiró el plato de la mesa,
o golpeó un muro,
o ese espaghetti de mi madre no voló,
con la precisión olímpica
de un lanzador de bala,
Quizá,
no me dolieron los brazos,
y con ella solo me hice una tortuga,
mental,
tan elocuente.
Algo ya estaba roto te digo,
por eso nada se rompió en la cama,
siéntate a ver mis gajos,
que humedezco de mandarina.
y es que estaba roto antes de ti,
cuando me siguieron en la calle,
gritando, "eres igual que tu padre",
quizá se rompió antes de eso.
quizá están de más los ejemplos,
quizá está de más decir
"ésta es mi mano"
o que me duelen los moretones del alma,
porqué nada se rompió en la cama,
solo regresé a un lugar común de desquebrajada soledad,
porque la memoria del cuerpo tiene la ruda suavidad del tacto
cuando se ama,
y la mente tiene la áspera rudeza de porqué busca el olvido.