jueves, 26 de septiembre de 2019

críptico




escribo sobre la tinta quemada,
sobre sangre craquelada,
escribo por mi propio indulto,
como medusa en el espacio,
como kraken,
por inercia.

escribo porque necesito decirme,
que,
no lo sé sobre mi tumba,
pero he muerto mil veces,
moriré mil veces más.

he descubierto sobre mi sangre las rosas
del jardín de adonis,
sobre la grupa de zeus un minotauro,
he descubierto mis letras nacientes como dedos que no cesan,
de caer como gotas pesadas,
sobre tierra que necesita vida.

caer sobre la tierra de espaldas,
como algo que no nace pero germina.


me mantengo más por experiencia que por voluntad,
sobre la luna oscura,
que se resiste pero regresa
a iluminar la noche,
en ese lapso frío antes del alba,
en ese humo de café,
en ese cigarro de cámara fotográfica.


la espalda caerá mirando al cielo,
pero no hoy,
porque  el sentido que le des a lo que vivas,
le dará sentido a tu huella blanda sobre la tierra.

mira el cielo,
mira las nubes,
y la brújula en el viento.

mira un corazón que duele,
y el críptico sonar de los tambores,
mira la memoria grabada,
mira el silencio,
escucha el color negro de horizontal no aparente,
mira las flores sobre mi memoria,
gata blanca 19 años que supo amar y ser amada,
los días sagaces,
las noches de insomnio,
las ruedas y el girar,
el gran acento de la fuerza de tus piernas,
y un cadáver exquisito que dicta un hoy sin hoy para mañana.

















sábado, 14 de septiembre de 2019

fantasmas de ciudad





he dejado fantasmas alrededor del camino,
y me han revolcado como una ola,
he llegado a palpar la felicidad,
y viene el miedo saboteando mis barcas de papel.


no muy en el fondo sigo siendo el niño,
que tira hojas en el río de su calle,
que camina insomne en el borde de la azotea,
pensando en saltar
 como un astronauta,
al espacio interior,
y sigo queriendo cobijo,
en un abrazo,

sigo siendo el niño que reta a la muerte,
que quitó una pistola,
que sobrevivió a cuchillos y pedradas,
a granaderos y policías,
a ladrones y ordenes de funcionarios,
el que le huyó al levantón,
el que corrió más rápido que dos machetes,
a dardos,
 a los arpones que hicieron de mis amigos esqueléticas ballenas,
el que corrió a 140,
el que chocó a 140,
el que corrió con suerte,
el que chocó hombros con suerte,
el que peleó,
peleó con suerte,
con la buena mala suerte.

ésto no es un poema de amor,
éste es el amor mismo resistiendo,
a los fantasmas que dejé en el camino,
que regresan a ponerme el pie,
para odiar mi felicidad,
la que no logré con ellos.

hoy no tengo tanto que ofrecer,
y me monto a mi bicicleta,
a falta de gasolina,
a falta de paciencia para el autobús,
hoy no tengo tanto que ofrecer,
y bebo café de la bondad ajena,
y me alimento de la bondad ajena
y apropio esa frase que me dijeron que debo decirme,
cuando las arcas del reino y los graneros estén llenos,
también cuando las vacas se llenen de hambre y mueran en sus huesos
"ésto también pasará"



y también me apropio de la bondad ajena,
hoy ante tus miedos,
ante los míos,
quizá no tenga nada en las bolsas,
una caja de cigarros, 
una cartera vacía,
pero te tengo lo que soy,
mi paciencia y mi presencia,
mi persistencia,
mis palabras,
mi valentía irreductible,
de estar.














domingo, 8 de septiembre de 2019

seguir






en la oscuridad de mi pecho llegaste como una llama,
como una vela, 
en mi esternón y sus adentros,
con sus mapas de moho y carreteras de hormigas,
sedientas de azúcar,
sedientas de luz,
llegaste,
y les acomodaste un florero,
les diste miel,
llegaste sembrando suculentas, 
aparcaste tu bicicleta,
colgaste tus piernas y tus besos,
llegaste sin prisa,
pero apresurada empezaste a acomodarlo todo,
moviendo todo,
armonizando todo,
en el preciso momento.


llegaste despacio, por la puerta principal,
dispuesta a darlo todo,
a amarlo todo,
motivarlo todo,
me regalaste dos grullas que cuelgan del espejo,
y me enseñas a ver mi rostro en reflejo,
el que nunca podré ver de frente.


me regalaste la calma,
de saber,
de creer,
que puedo ser,
que puedo amar.


en un abrazo me diste la calma de mis miedos,
porque uno puede ser muy valiente ante la muerte,
pero en tus brazos hallo la calma ante la vida,
y por hoy gracias al asaltante de plástico,
y gracias por no haberle roto el brazo,
por darme la calma de cuidarte,
por darme entre tus brazos el conocimiento de un mundo bello,
al reconocer mis miedos,
entendí esa primera noche,
que caería,
irreductiblemente a amarte.

llegaste a acomodar mi cuarto de esperanza,
le pusiste flores,
desempolvaste mi bicicleta,
y me dejaste acompañarte a volar,
me abriste la puerta principal de tu alma,
me dejaste acariciarte,
¿cómo no querer amarte en tan poco tiempo,
si la brevedad del cielo nos cobija inmortales?

y vamos volando sobre montes y sobre la ciudad de los fantasmas
sobre noches vienes a mi,
me llevas a casa,
hallo en tu cuerpo el amor,
en el sexo la palabra,
hallo en ti, mi dulce esternón,
hallo esperanza.


y cuando siento que la cuesta es imposible, 
y te veo más adelante,
dando todo,
me motivas a seguirte en vuelo a ras de suelo,
a seguir rodando.















 con el tiempo la vida no se vuelve de uno, uno se devuelve a la vida a dar un poco de lo que recibe, y en ese afán de gratitud, uno se hace...