escribo sobre la tinta quemada,
sobre sangre craquelada,
escribo por mi propio indulto,
como medusa en el espacio,
como kraken,
por inercia.
escribo porque necesito decirme,
que,
no lo sé sobre mi tumba,
pero he muerto mil veces,
moriré mil veces más.
he descubierto sobre mi sangre las rosas
del jardín de adonis,
sobre la grupa de zeus un minotauro,
he descubierto mis letras nacientes como dedos que no cesan,
de caer como gotas pesadas,
sobre tierra que necesita vida.
caer sobre la tierra de espaldas,
como algo que no nace pero germina.
me mantengo más por experiencia que por voluntad,
sobre la luna oscura,
que se resiste pero regresa
a iluminar la noche,
en ese lapso frío antes del alba,
en ese humo de café,
en ese humo de café,
en ese cigarro de cámara fotográfica.
la espalda caerá mirando al cielo,
pero no hoy,
porque el sentido que le des a lo que vivas,
le dará sentido a tu huella blanda sobre la tierra.
mira el cielo,
mira las nubes,
y la brújula en el viento.
mira un corazón que duele,
y el críptico sonar de los tambores,
mira la memoria grabada,
mira el silencio,
escucha el color negro de horizontal no aparente,
mira las flores sobre mi memoria,
gata blanca 19 años que supo amar y ser amada,
los días sagaces,
las noches de insomnio,
las ruedas y el girar,
el gran acento de la fuerza de tus piernas,
y un cadáver exquisito que dicta un hoy sin hoy para mañana.