fui condenando los poemas a saltar de tus caderas,
hipnotizado,
entre las sillas y tu libreta de comandas,
te deslizabas como una mano en mi espalda,
electrizando la piel a cada paso,
entre tu vestido y el asomarme para verte,
limpiando,
y verte las piernas,
las mesas,
y tu cintura curva curva
y las ideas correctas,
al acariciarte me enredé,
me fui hilando entre los dedos,
a las ondulaciones en tu pelo,
me enredé,
atrapado en la red de tus sueños de mañana,
porque creía que amaba tus piernas,
mientras me ahogabas en ellas,
pero con el palpar del paladar degusté de tu alimento y tu compañía,
y resulta,
que entre orinoco y girondo,
entre astronautas y dictadores,
entre alienigenas y conspiradores.
entre memoria y tolerancia,
conspiramos con la intensidad del mar,
para amar
y salvarnos del tormento.
entre el tapanco y mi corazón de cedro,
entre una máscara de dientes,
y una caja plegable morada,
con libros y cartas de otros amantes,
que te enseñaron a amar la vida,
entre costumbres viajeras que no entendía,
entre una cama mojada
y un vecino que pensó que te golpeaba,
mientras la cama frenética estallaba,
pero tu dulzura salvaje no se contrapone a tus ojos de calma mientras besas.
quizá nadie te ha observado como yo,
o quiero creer que nadie jamás logrará verte,
tan bella,
como hoy.
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