domingo, 22 de octubre de 2017

camino a casa





es difícil llamar hogar,
 al lugar en que no te tengo.


recorrí la ciudad del despertar,
todo el lugar es incierto,
estar lejos es la resaca de amor,
la cruda de afecto,
es la pelota sin aire,
es inanición,
 desasociego,
y en todo el mar te deseo.

eres la luna que me lleva a casa,
y solo pasa que la sabana para un león es desierto,
que éste lobo no tiene momento,
de descansar, 
lamerse heridas.
 acariciarse en el viento,
te recorrí con la ciudad, 
con la arena del tiempo
y tus dunas perfectas,
y tus ojos de tierra,
y tu piel morena,
es todo mi templo.

entre cocodrilos de chazarilla blanca,
chacales de traje,
gatos con corbata
y un palacio de asbesto,
te he percibido como la ausencia que  retorna y detesto.



un alienigena con rastas,
una señora con flores de palma,
y entre los gritos de aquellos niños solo veo un silencio.


y entre la calma solo veo girandote el pelo,
y mi ciudad es desierto,
con absoluta parsimonia entre los murales y credos,

y solo percibo que me percibo en la cama,
en posición fetal expulsado sideral,
un cosmonauta atrapado en el tiempo,
solo tengo silencio.

llegar a casa y ver la luz apagada,
encandilada la encrucijada 
de no querer entrar a recibir el silencio,
tristeando en el templo,
que tu ausencia domestica me domestica y me quiebro,
y no me gusta éste juego.
en que mis ojos se quieren hacer agua y desierto.

y solo pasa que en dos días regresas a casa
y entiendo del desorden que soy tuyo y sin ti,
de regreso a casa,
vi a narciso en un café hablando de amor y de apegos,
y solo pienso en el jaguar comiendo el pan de los muertos,
y una manzana en la azotea de un hogar,
que sin muebles se va a amoldar al despertar de su espejo.





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