Estoy en la enredadera de las nubes
y sé que puedo hipnotizar tormentas,
tiré avioncitos con mensajes hacia el precipicio,
porque sigo conservando mi pasión intacta,
sin tacto,
sintáctica.
como un niño.
el toro de dos cabezas me decía su nombre,
y un brazo sepia de mar se tragaba un faro.
un anciano le tira botellas con cartas a las sirenas,
otro,
ante la magnificencia de la tierra,
desde un zepelin,
no concibe más que escupirlo.
había bambús alrededor,
el hilo de sangre corría de los labios del espejo,
pero él era el asesino.
te he visto señor lobo.
de nuevo.
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