tengo miedo de mis puños pendulares,
de mis miedos diagonales,
que convergen en el piso.
le tengo miedo a mi silencio,
que por cómplice asesino,
un pavor prosaico a la carencia de ímpetu,
miedo a no alzar la voz.
tengo miedo que las flores ya no marchen por la primavera,
que destruyan en calma nuestra hoguera,
que no haya más barricada,
que se apague la resistencia,
le tengo miedo a mis puños pendulares.
tengo miedo a decir pasivo e insolente,
a que todo siga,
no tengo miedo a la metralla,
si es esperanza a la vida digna,
para mi o para otros,
que vino el amor siendo semilla,
y para defenderla estamos encendiendo barricadas
tengo miedo a no caminar hombro con hombro,
y que a la traición nos abandonen,
pero solo puedo no traicionar, no segregarnos
miedo a no cantarnos directo con el alma,
sé que lo que vale la pena vale la vida,
tengo miedo a una calle vacía,
a un muro que no tiene letras que salen del alma,
nos están matando desde el cuerpo a la esperanza,
pero no tengo miedo a tirar la lanza,
a correr con lo poco que puedo,
levantar a un compañero,
hay días que dialogar no es permitido,
hay días que defenderse de oprimido,
es la mayor legalidad del alma.
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