lunes, 24 de agosto de 2015

lecciones previas a un partido de ajedrez

Nunca te he regañado hijo,
no he tenido esa necesidad,
te he explicado un poco de causa y efecto,
un poco sobre la  acción y la reacción,
sobre el dialogo a pedir lo que si es justo,
a protestar cuando alguien te quita sus juguetes,
a ser honesto, contigo más que conmigo,
digamos que el único legado que te tengo,
es mostrarte
y demostrarte lo que he aprendido.

Hace tiempo te vengo hablando del respeto,
ese día que viste como golpeaba aquel padre a su hijo,
y entendiste de lo que le hablo.

yo no necesito lacerar tu cuerpecillo,
corregirte a base de violencia,
en esa falta de conciencia,
se esconden todos los males de la vida,
quizá ni yo como tu padre,
pueda explicarte como es ello,
creo en el amor,
en la conciencia,
y sé que también hay que ser prácticos,
por eso también te estoy enseñando a tirar dos o tres guantazos.

De niño me enseñaron a humillar,
ese sádico placer que te inculcan,
para inducir a otros,
a ser lo que no quieren.

y me dijiste,
que ese día defendiste a las mariposas,
a las que otros niños las mataban,
no podría sentirme sobremanera satisfecho,
con el diálogo,
me enseñaste,
que un mundo mejor existe.

Hay más de una forma para proponer un cambio,
pero para cambiar las cosas,
debes convencerte,
de que lo que dices es correcto,
que la rectitud va de la mano,
últimamente me has visto tan triste y muy cansado
y solo puedo enseñarte,
que del caer sé cómo levantarme,
solo se paciente para verlo



Creo en el diálogo,
también sé cuándo debe ser usada la violencia,
como resistencia,
uno no es más héroe por pelear las mil batallas,
pero si por elegir por cuales lucha,
y lo dijo Benedetti,
uno no siempre hace lo que quiere,
pero si es libre de no hacer lo que no quiere.


ayer te hablé de la victoria,
de no sobajar al enemigo,
aunque en éste mundo impráctico,
no siempre se puede ser pragmático,
debes saber que un enemigo humillado,
será siempre un enemigo.

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