domingo, 29 de marzo de 2015

hallazgos

Hallé que cuando llegué,
a mi cuerpo,
llegué media hora tarde a la historia,
se le puso antes de llegar a la letra,
un punto final
y sé que sabes,
que son puntos suspensivos,
de un infinito continum .
  

solo soy  intérprete,
resulta digamos,
que cuando llegué,
hallé un tiempo en el que la palabra  belleza ya estába escrita
y descrita,
en el infinitivo del tiempo,
hallé que la belleza estaba escrita,
en las obras de arte,
hallé del arte, del verdadero pues,
ese andar de tu pelo que te cubre un ojo,
hallé, desnudarte de espaldas,
morderte los hombros.

Hallé, que cuando llegué a tu cuerpo digamos,
habías descubierto las olas,
y en las olas el enigma de la humanidad.


hallé,
en ti,
la disyuntiva entre arrojar una piedra,
y decir he arrojado piedras,
entre actos que te definen,
y definir tus actos,
entre decir arrojé piedras,
incendié el cielo
y la herramienta que es conectar el desfase,
entre el corazón y la boca.
Completaste mi cuadro,
yo, siempre me he dicho,
con la templanza de un hombre muerto,
“sin temor a equivocarte,
las decisiones que tomas son las correctas”

Completaste,
en el caso hipotético,
de que estés en tu lecho de muerte,
si llegas a el  por supuesto,
qué quieres recordar que hiciste en éste momento,
en este instante,
de tus decisiones,  las que no tomaste,
las omisiones que por más fueron errores,
la mano que tembló antes de arrojar la vida al infinito.

Resulta que no creo en el destino,
pero hallé que cuando llegué a tu cuerpo,
cuando me hallé en tu boca,
sabía que algo me venías a recordar.


porque ésta esencia corpórea,
ésta aurora si gustas,
conformará otra esencia,
que será la misma,
porque el muerto no muere aunque se borre de la memoria,
el muerto no muere
y la vida transfiere,
 lo que no somos.

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