lunes, 16 de febrero de 2015

Primera lección del ajedrez.



Para Balam,
mi Hijo.


Es irónico Balam,
lo que te ofrezco,
es lo que no tuve,
las enseñanzas que he aprendido de todos mis errores,
digeridas,
 para que las tengas claras,
lo único que te ofrezco es la enseñanza,
de que el mundo es complicado
y que aparenta no tener significado,
específico.

con todo lo que he y no pasado,
te diré,
 vale la pena vivir,
amar,
soñar,
volar.


se paciente a tus errores,
como debes ser paciente a los que siempre se equivocan,
que son distintos a los que se equivocan poco,
aprenderás un gran placer en ser maestro,
mantente honesto para verlo,
honesto recordando,
que el único compromiso que tienes es contigo,
si no eres fiel a tu latido,
lo estas haciendo todo mal,
sigue las punzadas de tu pecho y sus adentros,
el corazón que debes enmendar de cierto,
cuando tu misma razón te dicta que equivocas,
el rumbo.


Yo no pretendo acosarte con mis traumas,
solo quiero explicarte un poco de mi vida,
que si de algo sirve y te sirve es bueno,
más bueno de lo que a mi me ha funcionado.

te otorgo lo que yo no tuve,
y no,
 nunca  tuve la paciencia de mi padre,
no es una absurda queja para conmiserarme,
es para enseñarte,
que algunos de los mejores maestros,
lo serán involuntarios,
aprende de los imbéciles,
como es que no quieres comportarte.


a estas alturas ni siquiera te diré que fue buen padre,
es más definirlo como buen humano queda grande,
hoy que puedo juzgarlo en tu presencia,
que tú me juzgarás en algún punto,
solo debo decirte que no tienes que sentir un compromiso,
a dar una opinión que no sientas,
solo se justo.

incluso te deseo que tengas enemigos,
te deseo,
 que tengas ese temple,
que seas honesto contigo,
 seas inteligente,
pero sobre todo,
por sobre todo te deseo,
 que seas justo con ellos,
para que puedas ellos duden siempre,
de que su andar es el correcto,
también quiero que uno de ellos sea justo,
para que tampoco te sientas tan seguro,
pero  esa duda te lleve a crecer un poco,
o tanto como tú lo necesites.

de mi padre,
la única forma en la que obtuve su respeto fue gritarle,
que yo no le había gritado y eso era una falta de respeto,
que no me volviera nunca más a mal gritar,
admirado esa vez se quedó callado,
recuerdo mucho  ese rostro,
estupefacto,
de admiración y respeto,
por algo que él no me enseñó,
te diré que no es necesario gritar fuerte,
para enseñar lo que se dice,
solo debes pisar firme,
para concretar lo que predices.

el rostro de mi padre de ese día,
el mismo que se me sale contigo,
con cada logro que te miro,
es irónico, el único reconocimiento que tuve fue esa cara,
de admiración de un padre a un pequeño,
que demostró ser mucho más grande que él,
tú me demuestras día a día,
la grandeza de las cosas más pequeñas,
no dejes de mostrarme
y demostrarte,
que la capacidad que tienes es la justa,
capacidad para seguir andando.
mi padre,
nunca se detuvo a armar conmigo ese rompecabezas,
se burlaba que las piezas no encajasen,
seguía de largo y me enojaba,
por eso trato de enseñarte la paciencia,
ese valor que tiene me ha costado,
tanto dolor acumulado,
para llegar a tenerlo,
para poder cotejarlo,
te deseo también seas impaciente,
para que puedas entenderlo,

mi padre,
no me enseñó las primeras reglas del ajedrez,
hoy que tu y yo tuvimos la primera clase,
te emocionaste y preguntaste del caballo,
ya verás,
aprenderás,
a ganar tus partidas,
y jugarás ajedrez con la gente,
te diré que se aprende mucho en la derrota,
así cuando ganes,
tendrás la humildad necesaria,
para ser digno de ganar.
Aprenderás de malos ganadores y vencidos,
entenderás a los seres oprimidos,
no juzgarás antes de tener los elementos en la mesa,
para opinar de forma digna,
también saber cuándo equivocas,
y no solo aprender para poder equivocarte,
decidirás tropezar con otras piedras,
o las mismas,
en los mismos o caminos diferentes,
pero eso lo decidirás tu.



aprendiste el nombre de las piezas,
cuantas hay en cada bando,
ocho peones que comen para adelante y hacia un lado
y tu,
me dejaste estupefacto,
tantas veces éste día,
que sé y lo sabes,
estoy orgulloso de ti,
que no necesitarás siempre de mi ese orgullo,
pero debes forjar el tuyo,
para que aún cuando las cosas falten,
nada te falte.

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