martes, 16 de diciembre de 2014

perfecto...

Le quité lo absoluto al dolor,
mientras los cardos florecían en el otoño,
yo reverdecía en otoño,
le quité el absoluto contraste a la felicidad,
por eso ando,
ando como que ando,
desnudo,
sigo solitario e inmune,
la muerte me ha tocado tantas veces,
que se volvió costumbre,
el casi ser atropellado cada tercer día,
hoy fue el tercero.
Ya me cansé de decir que he vivido,
que nadie podrá negarlo,
le quité el absoluto al amor,
tanto que se deslava la memoria,
que me desgasta inútilmente,
este grito tierno.

Murió soledad abuela,
nunca lo dije,
fui el nieto predilecto,
el pródigo,
por eso hoy que se me escurre el llanto,
de tanto contenerlo,
me asusta llenar los mares de nuevo,
quemar el cielo con magma.

He tan muerto tantas veces,
que no he vivido nunca,
qué importan las camas vacías,
los epitafios de mis soledades,
que importan si en cada caricia he muerto,
de las formas más dulces he muerto,
morir se me hizo costumbre,
y le quité lo absoluto al dolor,
para no llenar los mares,
para no quemar los cielos.

¿por qué usted no se suicida?
me dijo Leonardo,
realmente me pregunté cómo se pregunta un niño,
con los porqués a medias,
me invitaste a invitarle café a mis demonios,
hoy que camino solo,
como animal herido,
sangrando y desangrando,
como el que sabe,
que ya está muerto.

Le quité el absoluto a la muerte,
a la vida,
al amor y al desamor,
a la luz y a la sombra,
digamos que hoy,
soy un perfecto,
mediocre.

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